sábado, 26 de diciembre de 2015

Sancho Abarca (Huesca) (2015)


 Un año más aprovechamos las festividades navideñas para celebrarlas con la familia en el pueblo oscense del que es originaria y, en lo que puede convertirse en una nueva tradición, volvimos a acudir a la capital provincial para cenar el día de Sant Esteve. Al caer este año en sábado la cosa se complicó un poco y tras un par de llamadas infructuosas sin conseguir mesa, a la tercera fue la vencida y se hizo la reserva en el restaurante del Hotel Sancho Abarca, situado en el Coso Alto, la muy céntrica y célebre arteria comercial, algo así como el Portal del Ángel de Huesca.
 En una desapacible noche que casi fue la excepción de este anormalmente caluroso invierno que estamos viviendo este año, cogimos los coches y nos dirigimos hacia la capital para acudir a nuestra cita. Supongo que la gente de esa zona va con un horario algo más tardío que el nuestro porque a las nueve de la noche aún estaban acabando de pertrechar las mesas y diría que, aunque teníamos la reserva a esa hora, hasta les sorprendió vernos llegar al, en esos momentos, desierto comedor. Más tarde sí que se fue llenando hasta casi acabar con una plena ocupación poco sospechable cuando nosotros llegamos.

 Tras advertir la existencia de un competitivo menú de fin de semana, obviamos la carta y nos centramos en él, con las opciones que se pueden ver en la imagen inferior.

 Para empezar nos trajeron un aperitivo de paté casero con cebolla confitada, bastante resultón.

 Los más veteranos de la mesa tiraron por lo clásico y tomaron el cardo con bacalao y almendras, en un sabroso guiso con base de sofrito de tomate. Tal vez esta hubiera sido mi elección si no fuera porque ya había comido cardo para comer ese mediodía, y es que el cardo es una verdura poco conocida fuera de Aragón pero allí es bastante habitual, y sobre todo en Navidad.

 Otro plato clásico, aunque diría que poco aragonés, es el arroz negro con alioli, del que no es que sea especialmente admirador y menos para cenar, pero no pensaron lo mismo otro par de comensales.

 Otro plato que podría haber pedido en otra ocasión, sobre todo en una época más calurosa, sería la ensalada mezclum con codorniz en escabeche, que probé y la verdad es que estaba muy buena.

 Se ve que yo llegué con algo de frío a la mesa y, tal como las vi escritas en el menú, me apetecieron las pochas verdiñas a la aragonesa, en un sustancioso y canónico guiso de esas suaves legumbres, con sus cárnicos tropezones.

 Los manchones de pato a la panadera resultaron ser los muslitos de esa ave asados con una clásica guarnición de patatas, gustaron a quien los tomó.

 El rodaballo salvaje al orio suscitó opiniones dividas, ya que hubo a quien le gustó y a quien no, aunque tal vez sólo fuese una cuestión de gustos.

 La mitad de la mesa, entre la que me incluyo, fuimos a lo fácil y pedimos el solomillo de buey a la pimienta verde, con una carne muy tierna y sabrosa, tanto que casi le sobraba la, por otro lado muy conseguida, salsa.

 Para los postres nuestro camarero nos cantó una lista bastante larga de posibilidades entre las que se hallaba el archiconocido flan con nata.

 Otra opción fue esta tarta de chocolate, que puede que hasta la anunciaran como Sacher.

 Continuamos con otro clásico de la pastelería, la tarta massini.

 Y yo me pedí un postre con un nombre que no había oído nunca y que en ese momento me hizo gracia, y que diría que era, aunque ahora no lo recuerdo demasiado bien, algo así como "vicentón". Se trataba de una especie de hojaldre relleno de nata con miel y frutos secos para acompañar.

 Para beber tomamos agua sin gas y un par de botellas de un vino joven de la bodega Viñas del Vero, de la D.O. Somontano, hecho con uvas de las variedades merlot y cabernet sauvignon, y que cumplió sobradamente teniendo en cuenta que su precio ya iba incluido en el menú. Para acabar tomamos unos cafés que nos cobraron aparte.

Hotel Sancho Abarca
http://www.hotelsanchoabarca.com/
Coso Alto 52
22002 Huesca
974 22 06 50

sábado, 5 de diciembre de 2015

Bertso Taberna (2015)

 En el local de la lastimosamente desaparecida, y grandemente añorada por nosotros, Vinatería de Verdi (aquí se puede ver una de nuestras primeras visitas), a la que solíamos acudir para celebrar cumpleaños y darnos los consecuentes homenajes disfrutando de su cocina, sencilla que no simple y siempre muy sabrosa, se ha aposentado la "Bertso Taberna" tras un cambio de ubicación desde el cercano Torrent de les Flors. El cambio no ha sido demasiado drástico puesto que de un restaurante navarro hemos pasado a uno vasco y la verdad es que tampoco han hecho demasiadas modificaciones en la decoración más allá de un lavado de cara general y diría que hasta necesario. 
 Dado que escribo estas líneas meses después de nuestra visita y que la mayoría de platos no requiere de grandes explicaciones fuera de su enunciado y su foto, limitaré mis comentarios a lo estrictamente necesario.

 Como es habitual cuando se acercan las fiestas navideñas, a mi compañera le gusta que se note y por ello suele comprar un detalle para todos nuestros amigos que además sirva para decorar la mesa.

 Como era la primera vez que íbamos y no conocíamos su oferta más allá de alguna cosa leída en su Facebook, tal como nos trajeron las cartas preguntamos por la existencia de algún tipo de menú de grupos, y nos ofrecieron uno que incluía varios entrantes y chuletón como plato fuerte por 30 euros por persona, incluida la bebida, así que nos decantamos por él enseguida, por su competitividad y porque así no teníamos que pensar más.
 Los cambios respecto a la etapa anterior se nos antojaron los mínimos cuando vimos que nos servían el vino de siempre, un tinto navarro que cumple más que adecuadamente.

 Lo primero que llegó fue la chistorra, y la muestra de que había hambre es que llegué a  hacer la foto en el último momento.

 Luego llegó una sencilla pero gustosa ensalada de tomate, lechuga y cebolla, bien aliñada.

 La intensidad subió de nivel con los pimientos del piquillo rellenos de carne (creo recordar que era de rabo de toro).

 Seguimos con la tortilla de patata, de pequeño tamaño y recién hecha.

 También muy clásicas las croquetas de bacalao, muy buenas.

 Y continuamos con la que se ve que es una de las especialidades de la casa, los champiñones Bertso, un pincho de champiñones con una sabrosa salsa por encima.


 Y terminamos los entrantes con unos buenos trozos de morcilla de verduras acompañada de compota de manzana. Nosotros somos más partidarios de la morcilla de arroz pero no le hacemos ascos a ésta tampoco.

 Y por fin llegamos al plato fuerte con un par de chuletones a repartir, con su guarnición de piquillos. Comentar que en las entregas anteriores siempre nos habían servido 3 platos de cada para los diez comensales que conformábamos la mesa (salvo evidentemente las que sirvieron por unidades), por lo que nos chocó un poco que sólo nos pusieran dos.

 Al principio ya habíamos avisado que una persona no comía carne por lo que muy amablemente le trajeron este fabuloso tronco de merluza, de casi cuatro dedos de alto.

 Como el cumpleaños que se celebraba era el de la pastelera del grupo tampoco era cuestión de hacerle trabajar en su día y se tuvo que conformar con soplar las velas de un pastel de compra.

 Eso sí, las velas eran personalizadas para la ocasión.

 Al final, tras tomar los típicos cafés, pagamos unos 34 euros por persona porque a última hora se pidió un chuletón extra que hizo aumentar la factura por encima de lo presupuestado inicialmente. En resumen se trata de un restaurante sencillo de cocina vasca, que siempre implica un buen producto y unas elaboraciones sin complicaciones, que buscan no enmascarar ese buen producto.

Bertso Taberna
https://www.facebook.com/bertsotaberna/
Carrer de Verdi, 138
08012 Barcelona
671544719 / 935177258

viernes, 20 de noviembre de 2015

El Rebedor del Racó d'en Cesc (2015 bis)


 Tras darle una oportunidad la semana anterior a un restaurante que no conocíamos (El Cercle), para esta ocasión volvimos a caminos ya trillados por nosotros en lo que se está convirtiendo en una cita fija con visos de tradición, que no es más que acudir a "El Racó d'en Cesc" cada vez que se celebra una nueva edición de la Restaurant Week. Nuestra última visita fue en marzo de este mismo año y se puede ver aquí que tal nos fue.
 Como suele ser habitual en esta casa ofrecen un menú con cuatro primeros y otros cuatro segundos a elegir, más un par de posibilidades como postre.

 La disposición de la mesa es clásica y pulida.

 Nos ofrecieron un aperitivo consistente en una mousse de gallina con manzana ácida y reducción de balsámico, en la que la base era como el interior cremoso de una croqueta, con un marcado sabor bien complementado por los toques ácidos de la manzana y el vinagre.

 Aunque luego nos sirvieron los ya clásicos panecillos individuales, empezamos con unas muy buenas tajadas de pan de payés.

 Como es habitual en nosotros, y más siendo cuatro, intentamos (y normalmente conseguimos salvo fobias y manías particulares) pedir todos los platos para así probarlos todos. Mi pareja pidió la crema de patata y jamón de jabugo, que no necesita de mucha más explicación. Sencilla y buena.

 Mi plato fue el huevo a baja temperatura con panceta, crema de patata, rúcula y trufa. Los huevos venían como rebozados y al partirlos dejaban salir su líquido interior, mezclándose lujuriosamente con la patata para servir de magnífica salsa a la panceta, crujiente por fuera y a la vez melosa por dentro. La rúcula estaba ahí para refrescar un poco esa potente combinación y la trufa era poco más que un aroma complementario. Me gustó mucho.

 La coca de sardinas marinadas y escalibada con "all i oli" ya la habíamos probado en nuestra última visita y sigue en plena forma.

 Y el cuarto y último de los primeros platos fue este tataki de atún con xatonada de anchoas y olivas que ha mejorado bastante desde el que probamos el año pasado, gracias al sencillo ajuste que ha sido poner más atún y menos lechuga, en la línea de los fichajes de la portera de Núñez, que baratos no eran pero fáciles de imaginar sí.

 Tal vez no hubiera sido mi primera elección, pero con mi manía de probarlo todo y por descarte tras ver lo que elegían mis compañeros de mesa, mi segundo plato fue la merluza con pilpil de algas y setas, que me gustó bastante y eso que no acabo de encontrarles el punto a las algas en este tipo de cocina más tradicional y lo sigo reservando en mi cabeza para platos y restaurantes más orientales. La única pega que le pondría al plato es que el pilpil era poco pilpil, esto es, la salsa no estaba nada ligada y era más parecida a un caldo, pero aun así di buena cuenta de él a base de mojar pan.

 El calamar a la plancha con cous-cous de coliflor y escabeche de encurtidos triunfó absolutamente, con un buen producto bien tratado como protagonista principal y una guarnición que hizo las delicias de unos locos de los encurtidos como nosotros, además de aportar un acertado contraste al plato.

 Los pies de cerdo rellenos de butifarra del perol con miel y oporto gustaron a quién los pidió que ya es de lo que se trata, pero a mí es de las pocas cosas que no me hacen demasiada gracia puestas en un plato así que no puedo opinar sobre ellos.

 Por último tenemos el magret de pato de bellota con risotto de cebada, con el magret como rebozado y un falso risotto de guarnición delicioso, como el que probé en nuestra anterior visita acompañando a un meloso de ternera. También nos gustó mucho.

 En los postres no hubo degustación ni nada parecido ya que los cuatro pedimos la ya clásica espuma de crema catalana con helado de caramelo, y sigue tan bien como la primera vez que la probamos.

 Para beber nos tomamos una botella de Lo Virol 2012 del Celler Cercavins, perteneciente a la D.O. Costers del Segre, una copa de Verd Albera blanco del Celler Martí Fabra, D.O. Empordà y un par de botellas de agua.
 Al final la cena nos salió por poco más de 34 euros por persona, que está muy bien dado el nivel del restaurante y lo bien tratados que nos sentimos siempre que acudimos a él, que lastimosamente no es tanto como nos gustaría por un tema de limitación de nuestro presupuesto, así que sólo nos queda aguardar a la próxima edición de la Restaurant Week en la que, lo más probable, es que nos vuelvan a ver por allí.


El Racó d'en Cesc
http://www.elracodencesc.com/
C/ Diputació 201
08011 Barcelona
93 453 23 52 // 93 451 60 02 (mejor reservar)
de 13 a 16,30 y de 20 a 24 h excepto Domingos

viernes, 13 de noviembre de 2015

El Cercle (2015)


  Nos enteramos de que se celebraba una nueva edición de lo que ahora se llama "Restaurant Lover Week", aunque a lo largo de los años ha tenido diversas denominaciones, a las que nos hemos apuntado más o menos asiduamente desde sus inicios, experiencias las nuestras que encontraréis agrupadas en este blog bajo la etiqueta oportunity week, debido a que es así es como se llamó al principio y no he tenido ni las ganas ni el interés de crear una nueva etiqueta ni de modificar la vieja.
 Tras hacer la pertinente criba de las diferentes opciones que ofrecía la web de "Atrapalo", medio que organiza estas iniciativas desde hace algún tiempo, decidimos acercarnos a conocer las bondades del restaurante El Cercle, situado en la primera planta de un regio palacete enfrente del colegio de arquitectos, al lado de la plaza de la Catedral, en la calle que lleva hasta el Portal del Ángel, y sobre el que tiene una magnífica y concurrida terraza.
 Las bondades de este restaurante a las que me he referido antes, las había leído en variadas críticas y reseñas de diversos blogs a los que sigo (podéis ver lo que opinaban los que sí entienden de esto aquí, aquí y aquí), aunque los halagos se habían centrado principalmente en la figura de Albert Ventura, el chef que inició el proyecto, aunque ya lo ha abandonado y ha vuelto a su alabado Coure del pasaje Marimón. Aun así nos gustó el menú que proponían y nos apetecía mucho descubrir este privilegiado espacio del centro de la ciudad, así que allí que fuimos tras la obligada reserva en la mencionada web. Como casi siempre en este tipo de iniciativas se trataba de un menú al precio cerrado de 24 € más IVA, y que en este caso incluía una bebida por persona y el café, algo que ayudó a decantarnos por esta opción.

 Al llegar nos acomodaron en la sala central del restaurante, de techos muy altos y decorada con estatuas en sus esquinas, casi vetusta. Como ya he mencionado hay una terraza al aire libre que da a la que dicen que es la calle con los alquileres más caros de la ciudad y otra sala lateral donde también está ubicada la barra japonesa, que seguro que culinariamente tiene su sentido pero diría que a la vista es cuando menos chocante. Como no podía ser de otra forma en este lugar la mesa estaba pertrechada clásicamente, con mantel de tela "comme il faut" que en estos tiempos que corren casi se empiezan a echar en falta.

 Como es habitual en mí en estas ocasiones, me gusta ver y probar el máximo de elaboraciones posibles, por lo que espero a ver que eligen mis compañeros de mesa y si dejan de pedir algún plato lo hago yo, aunque no sea algo por lo que optase de primeras. En este caso mi elección por descarte (de los demás, claro) fue la ensalada de pimientos asados con ventresca de bonito y judías del "ganxet", servida en un plato que parecía ser de la vajilla "buena" de mi abuela, de porcelana blanca decorada con flores, con su toque retro, vintage o viejuno, según se prefiera. Por lo que respecta al contenido, que es lo que más me interesa, una buena combinación de tres magníficos ingredientes, un pimiento asado sabrosísimo, una delicada ventresca y unas mantecosas judías que me hicieron olvidar mi leve decepción inicial al ver que mi ensalada no llevaba lechuga ni nada que se le pareciese, clásico (¡y hasta paleto!) que es uno.

 Mi pareja se decantó por la rillette de caballa escabechada con tostaditas, que hubiese sido mi elección "de primeras" ya que le tenía ganas a este tipo de elaboración que aún no había catado. Se trataba de una especie de paté de las ya mencionadas caballas poco texturizado que me gustó mucho, tanto como para comérmelo a cucharadas, claro que a mi casi cualquier escabeche me tiene vencido sin bajar del autocar. Las anunciadas tostaditas venían acompañadas de una mantequilla de hierbas y un pequeño bouquet de ensalada (¡ahora sí que de lechuga!) que completaban correctamente el plato.

 Nuestros otros dos amigos y compañeros de mesa ya venían con la idea de hundir la cuchara en los garbanzos estofados al estilo tradicional, y no quedaron defraudados puesto que eso fue exactamente lo que se encontraron en su plato, un estofado de garbanzos muy tradicional. Aunque tal vez hasta demasiado, ya que cuando uno viene a estos restaurantes de postín siempre se espera alguna modernización del plato clásico, sino en su sabor sí en su presentación y en este caso no fue así, ya que perfectamente podían haber sido los garbanzos de alguna de nuestras madres o abuelas, con lo bueno y lo malo que ello comporta.

 Había cuatro opciones para el segundo plato, y un poco por elección y otro poco por mi manía de probarlo todo acabamos pidiendo los cuatro. La merluza de anzuelo a la Santurce fue la elección de mi pareja y cumplió con nota. Un buen trozo de merluza con sus patatas y su refrito con ajo y guindilla, sin que ésta se adueñase del protagonismo, sólo aportando un punto de picante, servida en la ya conocida vajilla retro.

 En un plato alargado venía el pulpo de roca con "trinxat" y mojo picón que suponía dar otra vuelta de tuerca al clásico pulpo gallego, con el trinxat haciendo de cachelos y el mojo picón sustituyendo al pimentón. Estaba muy bueno pero la ración era algo escasa y se hubiera apreciado algo más de generosidad con las cantidades.

 Mi elección fue este canónico y poco fotogénico fricandó con parmentier y setas de carrerilla (más conocidas como moixernons en catalán), en otro guiso tradicional muy bien ejecutado y servido en otra vajilla historiada.

 Y por último tenemos el steak tartar de ternera con tostaditas y patatas Pont Neuf. No conocía estas patatas y resultaron ser unas patatas fritas pero de un grosor considerablemente mayor que el habitual, que acompañaban a un buen steak tartar, aunque no soy un gran amante de este plato, junto a las tostaditas y una mantequilla tuneada aunque no recuerdo con qué.

 En los postres teníamos tres posibles opciones, y yo me quedé con la crema catalana, clásico que es uno, que cumplió su cometido más que correctamente.

 Otra opción era el pastel de limón y merengue, con una base tipo galleta, de textura y de tamaño, ya que no era demasiado grande. La probé y me gustó.

 Por último teníamos otro postre de toda la vida como era esta macedonia de frutas, con manzana y abundantes frutos rojos.

 Para acabar pedimos los cafés, que venían incluidos en el precio, y nos sorprendieron con unos petits fours para acompañarlos, algo de agradecer. Era una trufa y una especie de galleta de las que no recuerdo gran cosa más.

 Para beber tomamos una cerveza y unas copas de vino de las que sólo puedo añadir que creo que era blanco, sin más datos, y una botella de agua, de las que nos cobraron una porque uno de nosotros repitió, ya que también estaban incluidas en el menú a precio cerrado. Con todo nos quedó una cuenta justo por encima de los 27 euros por persona, que no nos pareció nada cara aunque supongo que si vas a la carta el monto de ésta se disparará algo (o bastante) más.
 Para nosotros este tipo de iniciativa siempre supone una oportunidad de descubrir nuevos sitios a un precio, si no bajo al menos contenido, sobre todo aquellos que por caché se escapan de nuestro nivel, especialmente el presupuestario.


El Cercle
http://www.elcerclerestaurant.com/
C/ dels Arcs 5, 1ª planta
08002 Barcelona
93 624 48 10 (aunque es bastante grande supongo que es mejor reservar)