sábado, 18 de octubre de 2014

Fin de semana en la Costa Brava (incluye De Tapes per Palamós 2014)



 Entrada atípica para reflejar un fin de semana atípico para nosotros, en el que huimos de la jungla urbana que es nuestra querida ciudad para disfrutar de la preciosa Costa Brava, siempre agradable de visitar. 
 La excusa esta vez fue una caja-regalo con la que nos obsequiaron ya hace bastante tiempo, que incluía una noche de estancia y una cena en un hotel, y que tras sopesar varias opciones, y todo hay que decirlo, tras recibir alguna que otra negativa a la hora de aceptar nuestra reserva (sobre todo, curiosa y sospechosamente tras avisar que procedía de una de esas cajas-regalo), conseguimos encontrar acomodo en el Hotel Sant Roc de Calella de Palafrugell para la noche del viernes.
 Tras unas peripecias que ahorraré al sufrido lector, debidas básicamente al desconocimiento de la zona por parte del conductor, y lo que es más grave, por parte de la señora que vive dentro del GPS, la llegada al hotel se produjo bastante más tarde de lo inicialmente previsto, siendo ya de noche cuando se produjo, con el evidente perjuicio para la parte visual de la experiencia, que tuvo que esperar a ser subsanada (eso sí, con creces) hasta la mañana siguiente.
 El hotel está situado en lo que podría definirse como la esquina sur de ese pintoresco pueblo de pescadores, encaramado ya al acantilado que lo limita, con lo que un paseo hasta el centro de la población empieza con una agradable aunque empinada bajada, que se convierte en una farragosa ascensión a la vuelta, pero al menos así abrimos el apetito para la cena que nos esperaba.
 La cena prometida en la citada caja-regalo consistía en el menú del día en el que había tres o cuatro opciones tanto para el primero como para el segundo plato. No le hice foto al menú antes de cenar y cuando pensé en hacérsela después ya lo habían cambiado por el del día siguiente, así que sólo puedo mencionar lo que nosotros pedimos.
 Empezamos con la conserva casera de atún y tomate, presentada en una lata y con un más que decente pan con tomate para acompañar. Tanto el atún como el tomate estaban muy sabrosos y si no eran caseros al menos lo parecían. Muy bien. 

 El otro entrante por el que nos decidimos fue esta crema de champiñones que estaba mejor de lo que podría indicar su aspecto, sin ese exceso lácteo que suele ser tan habitual en este tipo de platos.

 Como uno de los segundos optamos por la merluza en suquet de mejillones, y de la que destacaría, sin querer desmerecer ni a la merluza ni a los mejillones, el estupendo caldo del suquet que acabó con las existencias de pan. Buenísimo plato.

 El otro segundo plato fue el solomillo ibérico con salsa de mostaza antigua, servido con unas verduras como escabechadas de lo más resultón. Personalmente lamenté que la anunciada salsa de mostaza antigua fuese del tipo para todos los públicos y no tuviese la chispa ni el "punch" que yo esperaba, pero supongo que es una concesión que a veces es inevitable en algunos sitios.

 Los postres eran bastante clásicos, y para muestra esta macedonia, cumplidora sin más.

 Y el otro postre que pedimos, la naranja con cítricos, en la que una naranja un poco insulsa recibía algo de "vidilla" gracias a la ralladura de piel de lima.

 De todas maneras lo mejor de nuestra estancia en este hotel fue el desayuno que también teníamos incluido sin coste, y no porque el habitual buffet fuese especialmente imaginativo, sino por las estupendas vistas de las que se gozaba en la magnífica terraza en la que lo tomamos. Y para muestra cuatro botones (en forma de foto, claro).




 Para la noche del sábado y dado que queríamos acercarnos a Palamós para descubrir algunas de las propuestas incluidas en el certamen "Palamós Gastronòmic 2014" que se celebra desde primeros de Octubre y hasta el 5 de Diciembre, y, porque no decirlo, porque también nos salía bastante más barato, nos trasladamos hasta el Hotel Trias de esa localidad situada en el corazón de la Cosa Brava.
 Aparte de cursos, visitas guiadas y charlas variadas, se celebran en esas fechas la tercera edición de su ruta de tapas, el primer concurso de cócteles y los menús del Palamós Gastronòmic. Empezaré hablando de este último, en el que una veintena de restaurantes (en realidad son 22) ofrecen un menú basado en productos autóctonos de la zona a precios que varían desde los 13 hasta los 45 euros, aunque la mayoría se sitúan en la horquilla de los 25-30 €. Evidentemente la calidad y la categoría de los restaurantes son tan variadas como los precios ya avisan, e incluso la composición de los menús es bastante dispersa, ya que los hay tipo degustación, de los que permiten elegir un primero y un segundo entre varias posibilidades y alguna que otra opción intermedia.

 Tras un paseo por las calles peatonales del centro de la población, con muchas tiendas abiertas y bastante afluencia de público a pesar de lo avanzado de la temporada, decidimos cambiar nuestra idea inicial tomada sólo en base al folleto para entrar en El Moll, situado en una coqueta y desierta calle que transcurre paralela a la mucho más movida calle Mayor.

 No pensamos en hacer fotos al inicio de la comida y cuando nos acordamos decidimos no hacerlas y seguir disfrutando de nuestro ágape con el consecuente perjuicio visual a esta crónica, por lo que únicamente puedo aportar la página del restaurante del folleto.

 Empezamos con una copa de cava rosado cortesía de la casa y que acompañó los canapés del aperitivo, consistentes en una rebanada de pan de molde partida en cuatro y luego repartida dos para cada uno. Teníamos dos canapés de sobrasada con miel y otros dos con mantequilla y salmón ahumado. Sencillos y suficientes.
 De entrantes nos saltamos el coctel de gambas y pedimos los otros dos. Las mini-tostaditas con anchoas no eran tan mini y en realidad en eran rebanadas de pan con tomate con una anchoa encima de cada una, por lo que tal vez había demasiado pan y poca anchoa pero no estaban nada mal. Las verduritas al horno a la barbacoa no dejan gran cosa a la imaginación, ya que eran justamente eso, aunque con bastante variedad y mucha cantidad, ya que había patata, cebolla, tomate, calabacín, berenjena y zanahoria, y no sé si me olvido de algo. 
 Como la noche anterior ya habíamos tomado un suquet optamos por obviarlo y pedir las otras dos propuestas, el arroz de pescado a la catalana y la parrillada de pescado. El arroz llegó en una cazuela de hierro colado en cantidad suficiente para contentar a dos o incluso tres personas, con un potente gusto a pescado y suficientes bichos para entretenerse con ellos si así se deseaba, nos gustó mucho. Y también nos gustó mucho la parrillada de pescado, servida en una fuente con abundancia y variedad de género, con sardinas, verats, gambas, cigalas y una dorada, que recuerde ahora al menos. Sencillo, pero con buen producto la verdad es que no hace falta más, sobre todo si no escatiman en la cantidad, ¡muy bien!
 La verdad es que llegamos a este punto tan llenos que ya no recuerdo si tomamos postre o saltamos directamente a los cafés con hielo. Para beber tomamos agua y la ínclita cerveza premium que patrocina el evento, por lo que la cuenta sólo refleja el coste de los dos menús y de los dos cafés.

 Aunque empezamos a mediodía a modo de aperitivo previo a la comida, fue mayormente en la tarde-noche cuando recorrimos la ruta de tapas en el formato ya clásico de tapa y quinto de cerveza por 2,50 €, y que en Palamós ya va por la tercera edición.

 La ya mencionada primera parada en nuestro recorrido por las tapas de Palamós fue en la "Pulperia Loureiro" con su lacón y pulpo a la gallega sobre cachelos (o sea patatas), una propuesta de lo más clásico y acorde a las características del local y en la que cerveza fue de una marca "no oficial", algo que lamentó nuestro anfitrión que nos dijo que ya había reclamado varias veces sin que hubiera conseguido resultado alguno.

 Ya por la tarde, y con la mayoría de los parroquianos de los bares atentos a las pantallas de televisión con motivo del consabido partido de fútbol, empezamos en "Can Morera" con su tortilla de pan con tomate (sic) y anchoa de Palamós, muy rico. Nos gustó el local con su oferta de montaditos al estilo vasco.

 Justo enfrente estaba el "Quel's" y su tapa llamada "gambalamós", un calamar pequeño relleno de gamba y rebozado, servido con las salsas de las bravas. Me gustó la idea pero la ejecución no me acabó de convencer, aun estando bastante bien.

 Unos pasos más abajo llegamos a la "Arrels Taverna" donde pudimos degustar su sardina marinada con cítricos, servida sobre una tostadita muy crujiente. Estaba bastante rica aunque el tamaño era realmente pequeño.

 Nos desplazamos hasta la concurrida plaça Murada donde había varios locales adheridos a la ruta, entre ellos "Les Escales del Casino", en el que disfrutamos con su tapa llamada "Fums de Palamós", un surtido de ahumados que incluía anchoa, sardina y salmón, muy ricos todos.

 Justo al lado está el "Txoco Donostiarra", en cuya terraza nos sirvieron una especie de sartén con patatas confitadas, huevo frito de codorniz, una loncha de jamón y un poco de trufa rallada en el último momento delante del comensal. Todo un éxito de plato como no podía ser de otra manera.

 Tras un intento infructuoso en "La Taverna de l'Ibèric", que habían acabado con sus existencias dado el éxito de la iniciativa, encaminamos nuestros pasos hasta la "Taverna del Peix", donde, en un local tal vez poco adecuado a estos eventos dado su evidente formato de restaurante, y de cierto nivel debo añadir, tomamos la tapa que más nos gustó de todas las que probamos, denominada tostada del pescador, y consistente en un fantástico guiso de cananas con cebolla servido sobre una base de pan tostado untado con un soberbio allioli.

 Se hacía ya tarde y decidimos terminar nuestro periplo en el "4 Rúas" donde nos esperaba su "perla de Mar", una bola de gelatina que encerraba unos berberechos, y para acentuar el carácter marino de la tapa le acompañaban unas algas, algo de erizo de mar y unas esferificaciones que no sabría identificar. Aunque me gustó el sabor no soy muy amigo de las texturas gelatinosas con el perjuicio consecuente a mi opinión sobre esta elaborada composición.

 Y tras tomar un café y una copa en la tranquila terraza del hotel dimos por finalizada la velada, y al levantarnos la mañana siguiente pudimos volver a disfrutar de las privilegiadas vistas que teníamos desde la terraza de nuestra habitación, situada justo enfrente del puerto.




 Y con estas preciosas imágenes cerraré está inusual crónica de un maravilloso fin de semana que ha incluido una comida y dos cenas, con el añadido de la incomparable belleza de estos enclaves de la Costa Brava, siempre recomendable, y diría que aun más fuera del meollo de la temporada veraniega, libre de los agobios de las multitudes, misántropo que es uno.

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