jueves, 21 de mayo de 2015

Llamber (2015)




 Como en el post anterior lo empiezo con una disculpa por la posible parquedad en comentarios y explicaciones debido a los casi seis meses que han pasado desde la fecha en que acudimos al restaurante hasta la que se publica esta crónica.
 Dos años después de nuestra primera visita a este restaurante nos decidimos a volver con motivo de otro cumpleaños, y aunque teníamos la idea de intentar no repetir demasiado lo que comimos en la ocasión precedente, la carta no es que sea demasiado amplia y diría que no ha cambiado en absoluto desde la otra vez, y como además la cabra tira al monte, o sea, que somos de gustos e ideas fijas, al final repetimos tres (de cinco) de los platos que pedimos. 
 Como no nos decidíamos entre cuál de los dos platos de patatas que tienen en la carta pedíamos, al final optamos por media ración de cada una de las dos. La primera era de las ya conocidas patatinas al Cabrales con praliné de avellanas, que ya probamos en nuestra primera visita e incluso antes en una edición de la ruta de tapas de Barcelona. De nuevo nos gustaron mucho y nos parecen un bocado de obligada presencia en las comandas en este restaurante.

 Las otras eran las patatinas rellenas de carne y salsa de chipotle, aunque en realidad no eran patatinas como las anteriores sino pequeños cubos de patatas más grandes (no me quejo, sólo lo constato). En principio le teníamos algo de respeto al chipotle, no fuera a ser que picase más de lo que podríamos soportar, pero nuestros temores se mostraron infundados puesto que el mencionado chile aportó más sabor que picor, tanto que al final casi nos hubiese gustado que picase algo más. En todo caso también nos gustaron mucho.

 Otro de los platos que nos encantó en nuestra primera visita y que teníamos claro que volveríamos a pedir era la morcilla de Burgos con chipirones, y de nuevo hizo nuestras delicias, con una morcilla sencillamente espectacular muy bien acompañada por los chipirones y la mermelada de cebolla.

 Fuera de carta y como sugerencia del día tenían un guiso de setas y calamares que nos hizo tilín y que no nos defraudó en absoluto, con una salsa estupenda que nos hizo pedir más pan, y eso que debe ser de lo más caro de este restaurante, ya que cobran unos desorbitados 3,50 € por una cestita con tres o cuatro panecillos, muy buenos, eso sí.

 El tercer plato que teníamos claro que íbamos a repetir era la tabla de quesos asturianos y catalanes, pero en esta ocasión la pedimos entera y al final, así además de completar la cena nos serviría de postre. Nos pusieron cuatro quesos de cada procedencia y aunque nos los presentaron convenientemente, como no suelo apuntar nada en el momento, luego sólo pude recordar uno de los catalanes (los de la parte superior de la foto) de leche de cabra llamado La calma y procedente del Montseny. De los asturianos recuerdo tres; los dos de la derecha son Afuega'l pitu blanco (el más habitual y conocido) y el roxu (rojo en astur) que es básicamente lo mismo salvo por la adición de pimentón picante, adición que debería decir que fue generosa, porque picaba lo suyo; y el de la izquierda es el Cabrales, el célebre, y oloroso, queso azul.

 Para beber tomamos varios vinos a copas de la amplia selección que tienen, un Ribeiro llamado "7 cupos", un verdejo de Rueda llamado "Terrible" y un par de copas del riesling alemán "Kerpen", además de un par de botellas pequeñas de agua y acabamos con los habituales cafés con hielo.
 La verdad es que comimos muy bien y nos sentimos mejor atendidos, aunque al repetir más de la mitad de los platos nos faltó ese componente de sorpresa que convierte en memorable una buena cena. No es un restaurante especialmente económico y la inmovilidad de su carta, que tampoco es que sea especialmente larga, hace que no sea un sitio para repetir muy a menudo, al menos para gente como nosotros, pero en mi opinión sigue siendo un local muy recomendable.


Llamber
http://llamberbarcelona.com/
C/ Fusina, 5
08003 Barcelona
933 196 250 (mejor reservar)
todos los días hasta las 2,30 h

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