Tras la buena experiencia que había supuesto para nosotros el fin de semana anterior descubrir los Vespres Inedit (ver aquí) decidimos repetir, y en esta ocasión nos acercamos (o más bien nos alejamos ya que está en el final de la Barceloneta) al Hotel W más conocido como hotel Vela, una aberración de la ley de costas que nuestros políticos deberían explicar, y que seguramente harán cuando les importe lo que pensemos de ellos, que a este ritmo será aproximadamente cuando las ranas críen pelo.
El hotel está lleno de turistas entre ricos y riquísimos (digo yo, dado que el precio de las habitaciones está entre los 245 euros por noche de la más barata y los más de 10.000 que cuesta pasar la noche en la suite más cara), así que el ambiente es super-fashion y parece que en cualquier momento puede aparecer Horatio Caine por ahí, ya que este hotel tiene la pinta como los que salen en CSI Miami.
Con todo eso a cuestas, las piltrafillas que somos, cerramos la boca que entran moscas, y subimos hasta el entresuelo donde está ubicado el restaurante Bravo 24, tomamos asiento en una de las mesas de su fabulosa terraza, y al igual que un buen grupo de personas ya presentes allí, nos dispusimos a catar las tapas de autor del chef Carles Abellán.
Decir que el servicio estuvo magnífico toda el rato, muy profesional y atento, sirviéndonos la cerveza en cuanto el nivel de las copas bajaban lo más mínimo, aunque también es cierto que me sorprendió la gran cantidad de camareros que había por allí, siendo un sábado por la tarde, debe ser que sus clientes VIP van con otro horario diferente al mío. Decir que al poco de sentarnos nos sirvieron la cerveza en su cubitera y pocos minutos después ya teníamos las tapas en la mesa.
Las croquetas de pollo rustido son simplemente excepcionales, de buen tamaño, prácticamente todo es carne y la bechamel tiene una presencia testimonial y únicamente para dar algo de cohesión al conjunto, al igual que el crujiente rebozado sirve como sabroso continente del estupendo pollo rustido.
La ensaladilla rusa con cangrejo real sigue en la misma línea de calidad máxima que las croquetas, con los ingredientes picados muy finos, pero de muy buen sabor al igual que la mayonesa, con hilos de carne de cangrejo, pero de cangrejo de verdad, y para que lo veas claro te ponen una pinza troceada rematando el conjunto. Otra muy buena tapa y en cantidad contundente.
Y por último las patatas bravas, al que ellos anteponen un, más que posesivo, calificativo "nuestras", que ya avisa que no serán unas bravas normales. En efecto, las patatas vienen cortadas en gajos y con su piel, cubriendo toda la vuelta del plato y en el centro una picantita y sabrosa salsa de tomate no deja ver la clásica mayonesa que hay en el fondo. Otro muy buen plato.
En definitiva, una propuesta acorde con el nivel del hotel, y supongo que también del restaurante, del que no tengo muchas noticias, tres tapas clásicas pero excelentemente ejecutadas y pasadas por el tamiz de la alta cocina, para que los guiris ricos, clientes del hotel, puedan descubrir la gastronomía local pero con nivel, no sea que vayan a ir a La Cova Fumada y salgan huyendo por sus pintas antes de probar la comida. Por eso mismo también quiero destacar el tamaño de las tapas que comimos, absolutamente alejadas de lo que uno puede esperar de este tipo de sitios, y es que si no eres de mucho comer casi se puede cenar con estas tres tapas.
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