viernes, 21 de marzo de 2014

La Conca (2014)



 Segundo fin de semana de vigencia de la 2ª ruta del bacalao de Barcelona y segundo restaurante que visitamos para disfrutar de sus propuestas basadas en el citado pescado (aquí podéis ver nuestra primera experiencia de este año). De hecho ya lo habíamos intentado la semana anterior pero el inusual hecho de que no abran los sábados por la noche nos impidió acudir. Esta vez reservamos el viernes por la noche, y suerte que lo hicimos porque se ocuparon todas las mesas, al menos las del piso inferior, ya que parece que hay más espacio en un piso superior, no sé si reservado para grupos.
 Se trata de un sencillo y humilde restaurante muy cercano a la Sagrada Familia con un aspecto exterior poco atractivo pero con una propuesta culinaria sólida y clásica, al menos en el menú que ofrecen en esta ruta, aunque una pizarra con las apetitosas propuestas del día desmentían en parte esa primera impresión. No llegamos a ver la carta pero los platos que vimos pasar con destino a mesas vecinas despertaron nuestro interés y, aunque se encuentra bastante alejado de nuestras zonas de confort habituales, nos dejaron con las ganas de volver para descubrir su cocina con mayor profundidad.
 Nos ubicaron en una mesa redonda en una esquina, y estuvimos muy cómodos allí, a pesar de la, en un principio, temida cercanía de la cocina con su constante tráfico de platos y personas. Ya lo había visto en algún otro sitio pero me gustó la manera de mostrar la carta de vinos; en una especie de repisa que hay en los costados de la sala tienen una botella de cada variedad con una etiqueta colgada del cuello con su precio, como si fuera la exposición de una tienda.
 Pero pasemos a lo principal, que es lo que comimos y bebimos allí. Nos pusieron una cubitera en el centro de la mesa con la consabida botella de cerveza Inedit, que para eso deben patrocinar el evento, y otra de agua, y acto seguido nos sirvieron una porción de su mousse de escalibada con anchoas y bacalao. Como se puede ver en la foto era un especie de puding o pastel de textura tirando a pastosa, decorado con una anchoa, medio tomate cherry y una tira de bacalao desmigado, como "esqueixat", además de presentar el plato pintado con un hilo de la ya cansina reducción de balsámico. Como observará el lector avispado no soy muy amigo de este tipo de elaboraciones, y hubiese preferido una presentación más clásica o bien una textura aún más etérea. De todas maneras deben ser cosas mías porque a mis compañeros de mesa les gustó bastante, pero es más una cuestión de aversión a ciertas texturas, ya que el sabor era el adecuado.

 Seguimos con la esqueixada de bacalao con pétalos de tomate y olivada, en una presentación en forma de timbal, un plato que no por clásico, es menos remarcable. Estupenda esqueixada, de las mejores que hemos probado nunca, bien resaltada por la olivada y el buen chorro de aceite con que la regaron. Muy bueno.

 Y como plato principal llegaron estas tres cazuelitas con bacalao cocinado de tres formas diferentes, con samfaina, con muselina de ajo y a la llauna con sus judías. Decidí empezar por la que me parecía la más sencilla de las tres elaboraciones, la de la samfaina, pero tras el primer bocado, y tras saltárseme las lágrimas al comprobar la excelencia de la samfaina, opté por dejarla para el final. Con toda seguridad es la mejor samfaina que he probado nunca en un restaurante, y prácticamente a la misma altura que la de mi madre, que ya es decir. Más normalito (¡pero claro después de eso...!) era el bacalao a la muselina de ajos, un plato que era de lo más moderno hace unos años pero que ha aguantado bastante mal el paso del tiempo, o a lo mejor es que personalmente ya lo he aburrido. El tercer platillo era de bacalao a la llauna, otra elaboración de lo más clásica, con las habituales judías de guarnición y en el que por ponerle un pero,  personalmente eché en falta la, por otro lado acostumbrada, presencia del pimentón, claro que si fuera por mí el color de este plato sería rojo por aclamación. Tres presentaciones clásicas de nuestro protagonista principal, de gran factura en todos los casos y que constituyeron un contundente y saciante plato principal.

 Nos dieron a elegir de una larguísima carta de postres cantada a pie de mesa, de esas que cuando el camarero acaba la perorata, te hace preguntar; "lo primero que has dicho era...?" , a lo que el solicito y amable servidor (que no sirviente) vuelve a la prolija enumeración de delicias dulces, con un resultado similar al de la primera ocasión, y al final escoges algo de lo poco que se te ha quedado en la mollera ("tenías un helado de no sé qué, ¿verdad?"). Elegimos un postre distinto cada uno pero con una clara predilección por las mousses, ya que optamos por la de mojito, la de limón y la de vainilla con manzana, y nuestro cuarto compañero se quedó con un flan de turrón, creo. Lamento decir que no hay fotos de ellos, y que tampoco pasarán a nuestra memoria como recuerdos que marcar a fuego en ella. Tal vez fue una mala elección por nuestra parte o simplemente que ya estábamos bastante llenos y no los disfrutamos en lo que realmente valían. 
 Tras tomarnos nuestros respectivos y habituales cafés, pedimos la cuenta y ascendió a menos de 28 € por cabeza, ya que al precio marcado del menú únicamente hubo que sumar una botella de agua y los cafés, ya que regamos toda la comida con la consabida Inedit, que fueron reponiendo a medida que se acababa, y dado el ágil ritmo de entrega de los platos, la cosa no se prestó a pedir vino.
 En resumen nos gustó el sitio y al salir ya nos planteábamos volver en otra ocasión para probar los platos que habíamos visto y leído. Eso sí, dejar apuntado que no se trata de un restaurante de lujo sino "sólo" uno de esos locales donde se puede comer bien sin dejarse la cartera.


La Conca
http://www.la-conca.com/
c/ Lepant 297
08025 Barcelona
933 480 393
De Lunes a Sábado de 9 a 12 y de 13,15 a 16 h. y de Miércoles a Viernes de 20,30 a 23 h.

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