sábado, 8 de marzo de 2014

Somorrostro (2014)


 Acudimos por segunda vez a este restaurante de la Barceloneta, y como en la primera ocasión lo hacemos aprovechando una oferta de una conocida página web, gracias a la cual pudimos disfrutar de un menú degustación por 22 euros con las bebidas a pagar aparte. Dicho menú consta de un aperitivo, dos entrantes, un plato de pescado, un plato de carne y el postre. 
 Además, antes de empezar y mientras elegíamos las bebidas nos pusieron unas muy buenas olivas para ir haciendo boca. Como tienen oferta de vinos a copas optamos por esta opción, tomando un par de copas de un albariño llamado Bicos, muy afrutado y demasiado dulce para mí, que me gustan los vinos algo más secos. También probamos una copa de Coto de Hayas blanco, vino de la variedad chardonnay, y otra copa de Apertas, un godello de la misma bodega que el Bicos.

 Como aperitivo nos trajeron un dumpling (un tipo de empanadilla oriental) de rabo de buey servido sobre unas verduritas, como una sanfaina, muy sabroso, en la que la potencia del guiso de carne sobresalía por encima de los demás ingredientes.

 El primer entrante fue un trozo de bacalao confitado con una crema de calabaza y coco, y una mermelada de tomate que permitía jugar con los distintos sabores. Me gustó bastante y eso que siento una sincera animadversión al coco.

 El segundo entrante fue una composición con patas de bogavante y calamar acompañadas por unos puntos de brandada de bacalao y un cordón de salsa de pimiento rojo. Muy buenos ingredientes por separado que no acabaron de unirse del todo bien en el plato. Aun así nos gustó bastante.

 Sencillamente excepcional nos pareció esta morena frita servida en un guiso de alubias y habas con almejas, que constituía el plato de pescado del menú. Sabrosa y crujiente la morena, tersas y fabulosas las alubias y fabulosas las habas prácticamente crudas en un soberbio caldo que nos tomamos a cucharadas. Muy bueno.

 Tras el rotundo triunfo del plato de pescado nos defraudó un poco el plato de carne, una lasaña (más bien una terrina) de cabrito con trinxat, kumquat y salsa de manzana. No es que estuviera mal pero le penalizó en demasía aparecer después de tan dura competencia. Y eso que las guarniciones, tanto el trinxat como la salsa de manzana, así como la cebolla y el espárrago triguero, le aportaban una variedad muy de agradecer.

 Nos dijeron que el menú incluía, o bien dos postres, o bien un plato de quesos y un postre y sin dudarlo nos decantamos por esta segunda opción. El plato de quesos consistía en tres trozos de otras tantas variedades, acompañados por unas confituras para contrastar los sabores. Si bien las porciones eran diminutas (véase sino la lámina de fresa para comparar los tamaños), los tres quesos estaban estupendos y nos gustaron mucho, especialmente el del centro. Preguntamos por las variedades y sólo nos supieron concretar que eran de tres clases de leche diferentes (oveja, vaca y cabra) y que eran de la zona (entendimos que querían decir que eran catalanes), sin proporcionar más información, en el seguramente único lunar en una, por otra parte exquisita, atención por parte del personal de sala, atento y amable toda la velada.

 El postre propiamente dicho fue un cremoso de chocolate sobre brownie de nueces y avellanas. Como el plato anterior también nos fue servido en una ración bastante pequeña, aunque esta vez casi lo agradecí porque aunque me gusta el chocolate, me empalaga bastante y prefiero tomarlo con moderación, como dicen que hay que hacer con el alcohol.

 No tomamos cafés porque teníamos algo de prisa, y como ya habíamos pagado la cena con anterioridad sólo nos quedó abonar las bebidas. Al final la cuenta total subió muy poco de los 30 euros por cabeza, una estupenda relación calidad-precio, que sin duda empeoraría si no hubiéramos aprovechado la oferta, ya que el menú degustación está anunciado a 44 euros por persona, y tampoco sé si, sin la oferta, los platos serían exactamente los mismos ni en las mismas cantidades.
 En las dos ocasiones disfrutamos muchísimo de un menú degustación basado mayoritariamente en el pescado, como no podía ser de otra manera estando en el barrio marinero por excelencia de Barcelona, aunque por lo que hemos podido ver tampoco tratan mal el tema de la carne. Un restaurante al que sin duda volveremos, sea aprovechando de nuevo una oferta o sin ella.

 Adjunto una foto de la pizarra que se encuentra junto a la puerta del restaurante y en la que se puede ver las distintas opciones de menús que ofertan y sus precios. Como no se ve del todo bien apuntar que el menú de dos platos cuesta 25 euros y el de tres platos está a 30 euros, supongo que en los dos casos serán raciones completas, más abundantes que las del menú degustación.


Somorrostro
http://restaurantesomorrostro.com/
C/ Sant Carles 11
08003 Barcelona
932 250 010
de Jueves a Lunes de 20:00 a 23:30 h. y Domingos de 14:00 a 16:00 h.

                                                                                                                                                                


 Estas fotos son de nuestra primera visita a este restaurante, bajo una fórmula prácticamente idéntica, y de la que habiendo pasado más de tres meses, no recuerdo más que la agradable impresión que nos dejó en la memoria y en nuestros paladares, por lo que no puedo comentar los platos con el detalle que me gustaría. Es también por eso que las pongo aquí y no en una entrada aparte que me quedaría muy pobre.
 Empezamos con un sabroso tataki de bonito, con una salsa de tinta y una guarnición de verduras, casi como una sanfaina. Nos gustó mucho.

 Luego tomamos este entrante con unas láminas de pulpo servidas sobre una guarnición basada en tomate cortado en pequeños dados, creo que recordar que junto a más cosas entre las que estaba el jengibre. Un plato que me encantó, como no podía ser de otra manera al aunar dos ingredientes de culto para mí, como son el pulpo y el jengibre.

 Del siguiente plato no recuerdo prácticamente nada, aunque en el fondo se ve una crema que podría ser brandada de bacalao, con vegetales como en una ensalada.

 El plato principal de pescado era una especie de suquet modernizado, en el que las patatas sí habían sido guisadas de una manera clásica, junto a los mejillones, las almejas y el potente caldo del fondo del plato, y en cambio el pescado (¿dorada?, ¿lubina?, no lo recuerdo), estaba pasado lo justo por la plancha, un trato parecido al que recibió la cebolla. Estaba realmente bueno, confluyendo modernidad y tradición.

 El plato de carne tampoco se quedó grabado en mi memoria, aunque creo que era ternera guisada con setas y una salsa de habitas, creo.

 El postre no suele ser lo que más recuerdo de una comida y en este caso es lo que menos, que ya es decir. 

 Y esta es la cuenta de ese día, prácticamente igual a la de la segunda vez, y al revisarla, veo que los vinos blancos que tomamos a copas son exactamente los mismos, lo que demuestra poca variedad en ese tema.





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