sábado, 8 de diciembre de 2012

Can Fabes (2012)


 Aprovechando una oferta de una web de compras, decidimos liarnos la manta a la cabeza y hacer una locura en el aspecto pecuniario y gastarnos los "sólo" 119 € que costaba el menú degustación de este restaurante biestrellado gracias al descuento de la mencionada web. La verdad es que fue una experiencia fantástica y prácticamente irrepetible, por lo que cuesta, por el desplazamiento a Sant Celoni y porque no está el horno para tantos bollos, en definitiva.
 Este es el menú que teníamos en la mesa y que es fiel a lo que pudimos degustar hasta que llegan los postres, en los que me parece que no aciertan uno, pero ya os lo contaré yo, que para eso estoy. En un sitio de este nivel toda la comida está como mínimo muy buena, y de ahí para arriba, por lo que no lo iré poniendo en cada plato, reservandome los comentarios para los destacados, o los que más me llamaron la atención.


 La entrada antigua al restaurante. Nosotros accedimos por la calle lateral por una entrada moderna.

 La mesa puesta para dos. No sé porque la foto ha quedado tan amarilla.

 El cava. Estuvo bien, claro que ya podía...

 Como aperitivo nos pusieron unas olivas, las negras eran de Kalamata y las verdes francesas, pero no recuerdo de donde. Muy buenas las dos.

 La sala donde estuvimos es la más rustica, tienen otra más moderna pero nos gustó mucho más esta, ya que tiene más encanto, además al fondo a la derecha está la cocina.

 Rabanito biodinámico, con mantequilla ahumada hecha por ellos. Nos dijeron que nos podíamos comer hasta las hojas y así lo hicimos.

 Remolacha, con crema agria y lima. Muy pequeña, tanto que costó captar los sabores.

 Puré de alcachofa, bacalao. Seguramente lo mejor que haya comido nunca hecho con alcachofa. Eché de menos una cuchara o un poco de pan para rebañar ese increíblemente delicioso puré.

 Caballa al vermut. Muy rica, el vermut le daba un toque especial.

 Mejillón a la manzanilla, caviar de trucha. Otro aperitivo que hubiera deseado catar en versión ampliada, fabuloso.

 Royal de pintada. Una especie de embutido cortado en una loncha muy fina sobre otra finísima lámina crocante de ¿zanahoria?, ¿calabaza?, no sé. Tal vez el aperitivo que menos me dijo.

 Cuajada de bogavante, crema ligera de manzana y "celerí" (apio-nabo). Muy sabroso, con un interesante juego de sabores y texturas.

 Sardina curada, prensado de espinacas, aceite de hinojo y chalota. Fue el último aperitivo y cumplió más que adecuadamente.

 Una vez terminado el bloque de los aperitivos, nos presentaron la bandeja de los panes, de los que nos dieron a elegir pero como también nos ofrecieron la posibilidad de hacer una degustación, ¡los probamos todos!

 Ha quedado muy oscura, pero es el rincón donde tenían la jarra del agua y la cubitera con el cava. Evidentemente (lo digo por el nivel del restaurante) el personal de la sala se ocupó de servirnos el agua y los vinos, y nunca nos hizo falta pedir que nos rellenaran las copas, ya que se mostraron extremadamente atentos con nosotros, y salvo por un inicio algo distante (supongo que será la costumbre allí), hasta cariñosos y divertidos, eso sí, una vez les dejamos claro que no éramos su tipo de cliente habitual y que para nosotros aquello era poco menos que ir a Disneylandia.

 Y llegaron los dos primeros panes, uno como tostado y el otro de espelta.

 Los aceites. El de la izquierda es el de Santi Santamaria, más suave, y el de la derecha el de Xavier Pellicer, más intenso. Una lástima que no se acaben de ver bien los colores reales que tenían.

 El vino blanco no contenía sulfitos, lo que le daba un color de lo más particular, y era como tirando a turbio, pero gustó mucho.

 Tatin de calabaza, caviar. Sobre una base como de galleta, la crema con el caviar brillaba por encima de la calabaza.

 Dos nuevos panes, uno de cereales y no recuerdo de que era el otro.

 El shabu-shabu ibérico, espardenyes y pat-choy llega así a la mesa.

 A continuación es mojado con un caldo hecho del propio secreto ibérico. El carpaccio de secreto envolvía las espardenyes, y las acelgas chinas acompañaban, muy, muy rico.

 Los últimos panes, de payés y francés.

 El pescado del día, traído desde la lonja de Blanes, era la cántira, parecido a la lubina y un total desconocido para nosotros. A la izquierda con trompetas de la muerte y torrija de setas, y a la derecha con castaña de Viladrau. Los dos coronados por aire de castaña. Muy buenos los dos y para morirse de placer la torrija y las setas, excepcionales.

 El vino tinto era biodinámico, lo que quiere decir que es algo así como ecológico pero a lo bestia, de tan natural tenía como posos pero sin el como, aún así estuvo bien.

 El plato de carne era este lomo de corzo, bien acompañado por el salsifí, la cebolla y un trinxat a su manera. La carne muy tierna y poco hecha, y la salsa para mojar pan a capazos.

 Como mi acompañante no come carne roja, el maitre pasó un mal rato puesto que lo único que podían ofrecer para sustituir al corzo era más cántira, y le sabía mal repetir el mismo pescado, pero según nos dijo era lo único que les había gustado de las capturas de ese día. Esta vez lo prepararon a la plancha y venía bien secundado por alcachofa con jamón (a la izquierda) y borrajas (debajo del pescado). Volvió a gustar mucho y el maitre pudo respirar algo más tranquilo.

 El primer postre lo presentaban como cava, tomillo y manzana granny. Debajo estaba la gelatina de cava, luego la crema de tomillo y encima el helado de manzana ácida. Nos aconsejaron tomar de todas las capas en cada cucharada y así estaba estupendo, si no perdía.

 El segundo postre era la sinfonía de músico. Helado de chocolate, leche de almendras, algún fruto seco garrapiñado, no lo probé por mis alergias alimentarias. Puesta al día de un clásico.

 En su lugar me trajeron una cassatta (un helado italiano) de aceite de oliva con bizcocho de genjibre. Me emocioné al oír que llevaba jengibre pero luego resultó ser para todos los públicos, ya que no sabía demasiado. Estaba muy bueno a pesar de la "decepción".

 Luego llegaron las trufas y  los bombones para acompañar los cafés. Lo malo es que antes nos dimos un paseo por las instalaciones incluyendo una charla con el chef, y al volver ya sólo entraban con calzador.

 Además había otra bandeja con cannelés (no recuerdo de que y de naranja) y macarons (té verde y coco). A esas alturas fueron excesivos y contraproducentes, ni los apreciamos ni los disfrutamos en lo que seguramente valían.

 Casi enfrente de la cocina y en un rincón del comedor se encuentra esta mesa tan coqueta y recogida. La foto me ha quedado muy oscura pero casi parece artística.

 Esta es la mesa de trabajo en la cocina.

 Y al fondo esta la zona de los fogones.

 En nuestro tour pudimos ver el comedor moderno, debajo está la bodega donde nos encontramos con Xavier Pellicer, el chef, y pudimos charlar un buen rato con él.

 La entrada moderna al restaurante con su árbol de Navidad ultramoderno.

 La cuenta. Al ir con el menú pagado desde casa, "sólo" tuvimos que pagar las bebidas. Aunque tras los aperitivos dijimos que seguiríamos con el cava, nos sirvieron una copa de vino blanco y otra de tinto ¿?.


Can Fabes
http://www.canfabes.com
Calle de San Juan, 6, 
08470 Sant Celoni, Barcelona 
938 67 28 51
Cerrado la noche de los domingos y los lunes y los martes

sábado, 3 de noviembre de 2012

Los Asadores (2012)

Traído desde Flickr


Para celebrar el cumpleaños de Salim nos citamos en este restaurante argentino de Príncipe de Asturias que nunca defrauda nuestras expectativas, para eso y para dar rienda suelta a nuestros instintos carnívoros, claro. Nos ubicaron en una de las mesas redondas del local, perfecta para nuestro grupo y que permite que nos veamos todos las caras, lo que conociéndonos no sé  muy bien si es algo bueno o malo...

Provoletas para empezar. Uno de los entrantes clásicos de este local es este tipo de queso fundido, que acompaña muy bien al pan de payés tostado.

Aunque a priori soy reacio al tema casquería, me gusta bastante esta lengua de ternera a la vinagreta, similar a un fiambre carnoso y muy bien aliñado.

Pedimos empanadas de las cuatro variedades que tienen, carne, maíz, atún y bacalao. Muy buenas la clásica de carne y la de maíz, y la más floja para mi gusto fue la de bacalao.

El tomate no era de la mejor clase para untar el pan tostado, pero sirvió para su cometido.

Otro de los entrantes típicos en nuestras visitas a este restaurante son los chorizos a la llama, algo más que resultones.

 Creo que era la primera vez que pedíamos la ensalada completa y gustó bastante..., para ser verde claro.

El pollo a la brasa fue otro debutante en nuestra alineación. Estaba aromatizado con orégano y limón y bien hecho, gustó mucho.

Espectacular la parrillada porteña para dos personas que podría haber sido para tres o cuatro sin problemas, pero nosotros nos la comimos entre dos, como mandaba el enunciado. Traía una morcilla, un chorizo criollo, dos trozos de entraña, dos de churrasco, uno de vacío, uno de pulpa criolla y varios de mollejas de ternera. ¡Muy bien!

 La foto se hizo ya iniciada la ingesta del chuletón, pero aún así da muestra de su tamaño.

Vero se decantó como casi siempre por el pato, en esta ocasión en la variante del confit. El resto de los comensales pidieron vacío del que no hay foto, lo siento.

Estos fueron los restos de la parrillada, o más bien la práctica ausencia de ellos. Únicamente quedaron las patatas, los huesos del churrasco y las telillas de la entraña.

¿Y el chuletón? También dieron buena cuenta de él, y sólo quedó en el plato el hueso y la patata.

Aún no sé como nos quedó sitio, pero pedimos postres (mayoritariamente sorbetes para ayudar a bajar lo anterior) y el que pidió el homenajeado venía coronado por las tópicas velitas de aniversario. Intentó cambiar las cifras para parecer más joven pero me da a mí que no consiguió.

Después de que la estrella de la noche pagase los vinos (¡gracias!), salimos a 33€ por cabeza. Muy bien dado lo que llegamos a comer, ¡demasiado!
Los Asadores
http://losasadoresbcn.com/
Av. Príncep d'Astúries, 4
08012 Barcelona
932 37 89 07
Cerrado Domingo noche y Lunes todo el día