sábado, 17 de julio de 2021

Contracorrent (2021)



 En algunos de los blogs sobre restaurantes que sigo, había leído maravillas sobre este restaurante situado por encima de la estación del Norte, en una tranquila calle semipeatonal y con una agradable terraza, cosa muy a tener en cuenta en esta época que nos toca vivir.

 Sufrimos un par de reveses al intentar ir a cenar sin la casi obligatoria reserva, pero eso nos permitió comprobar la excelente salud de la restauración en esa zona de la ciudad, con mucho local sencillo pero competente, los clásicos chino de barrio, pizzería de barrio, japo de barrio, etc. Tal vez sean sitios sin mucho glamour ni de una excepcionalidad culinaria que merezca resaltar, pero seguro que permiten a los habitantes del barrio salir a comer y cenar fuera de casa con una oferta variada y sólida, y a precios adecuados, algo a lo que los oriundos de barrios tomados desde hace años por la oferta encarada al turismo, estamos cada vez menos acostumbrados, con lo que casi nos parece exótico.

 Por fin una noche logramos encontrar un hueco para dos y, dado lo tardío de la hora, sospecho que fue gracias a que una cena temprana de los anteriores comensales, permitió al restaurante doblar turno y a nosotros darnos una alegría.

 En la puerta del local hay una pizarra enorme con la carta, en la que van borrando opciones a medida que se quedan sin existencias, y que ya permiten hacer un triaje previo, antes incluso de sentarse en la mesa. Algunos platos se pueden ya calificar como clásicos de la casa, porque suelen estar siempre, y hay otros que van cambiando, según temporada o disponibilidad de la materia prima, supongo.

 Para empezar pedimos un par de copas de vino, la garnacha blanca de la Terra Alta para mí, y para mi pareja la de Pizzicato, un rosado con un pelín de aguja, de la bodega Mas Comtal, sin DO y hecho con uvas de la variedad muscato de Hamburgo, y que hizo las delicias de la afortunada. Nosotros no somos grandes entendidos, ni siquiera buenos aficionados del mundo del vino, pero parece ser que aquí tienen amplios conocimientos sobre el tema, y suelen tener mucha variedad, aunque creo que pecan de tirar hacia los vinos llamados naturales, lo cual no es problema para nosotros.

 Empezamos con la ensaladilla de pollo a l'ast con chicharrones de su piel, un platillo que se queda corto de lo fabuloso que es, tanto que diría que ya es uno de sus clásicos que mencionaba antes. La ensaladilla en sí está muy bien, pero los chicharrones son un vicio y le dan un contrapunto crujiente que también aportan los picos de pan y los pepinillos encurtidos. ¡Espectacular!

 Seguimos con las patatas bravas, a destacar una muy buena patata y muy bien frita (aunque casi da pena tener que destacar esto, pero se ven y se prueban por ahí unas cosas...), aunque para mi gusto les faltaba algo de punch a las salsas, la roja era un estupendo sofrito de tomate con cebolla a la que le faltaba algo de picante para ser excelsa, y la blanca era una especie de espuma de mayonesa, tan ligera que podría calificarse de etérea.

 Continuamos nuestro tapeo con los buñuelos de bacalao, de nuevo espectaculares, con mucho bacalao, que se apreciaba a simple vista al abrir los buñuelos, seguramente los mejores buñuelos de bacalao que he probado nunca fuera de casa. En este caso sí que picaba un poco el punto de salsa roja que llevaba encima y la blanca diría que era la misma de las patatas.

 Hizo su aparición entonces un plato con más enjundia, el calamar de playa y salsa "bagna cauda" con acelgas de su huerto y polvo de algas, en la que todos sus componentes se apreciaban de buena calidad, pero tal vez fue el plato que menos nos gustó de toda la cena. No es que estuviese mal, sino que no nos atrapó tanto como el resto.

 Se me había acabado el vino y pedí a nuestra camarera una copa de otro blanco diferente de los que ya habíamos probado, y me llegó este Blanc del Celler 9+, un vino natural sin sulfitos, principalmente hecho con xarel·lo y que resultó de lo más agradable.

 Para cerrar la parte salada de la cena elegimos los mejillones con jengibre y tapioca, otro muy buen plato con un caldo en el fondo de lo más interesante, con los mencionados secundarios del molusco tomando protagonismo.

 Como postre pedimos un cannolo siciliano cada uno, una especialidad italiana mitificada por series y películas, que no había probado nunca y que no me acabó de "hacer el peso", demasiado dulce para mí, aunque mi pareja disfrutó de lo lindo con el suyo.

 La cuenta subió poco más de 30€ por persona, incluyendo, aparte de las tres copas de vino, dos aguas y dos cafés con hielo, lo que nos pareció más que razonable tras una cena de la que disfrutamos mucho, sobre todo con lo que comimos, pero también por lo estupendamente atendidos que estuvimos en todo momento, con un personal muy amable y solicito, que nos ayudó a la hora de hacer la comanda y en el momento de elegir los vinos, logrando un acierto completo en sus recomendaciones. Seguro que volveremos, y no a mucho tardar, aunque con nuestra habitual reticencia a reservar, ¡necesitaremos algo de suerte y/o paciencia!



Contracorrent
Carrer de Ribes, 35, local 13-14
08013 Barcelona
930 18 43 10 / 603 18 95 92 (prácticamente obligatorio reservar en noches de fin de semana)
M-X: 18-23h; J-S: 13-16.30 y 19-23 h; y D: 12.30-17.30

sábado, 3 de julio de 2021

Tasta Gràcia (2021)


Esta es un crónica diferente por un par de razones, la primera y principal es que es el local de un amigo y por tanto, no esperéis ni una pizca de objetividad por mi parte; y la segunda razón es que el Tasta Gràcia es más una tienda que un restaurante, ideal para comprar tanto cosas para beber (vinos, cervezas artesanas, vermuts,...), como principalmente cosas para comer, con atención especial, y por mencionar sólo algunas de sus maravillas, a sus croquetas variadas, su amplio surtido de quesos y embutidos de primerísima calidad, su ensaladilla "Filomena" (un homenaje a una antigua bodega del barrio) y sus pollos a l'ast, un éxito de las comidas dominicales de vecinos y conocidos. Dependiendo del día, podéis encontrar caracoles, sardinas en escabeche o algún guiso de los de antes, con pollo, conejo o bacalao como protagonista principal, o callos o calamares rellenos,... y así casi hasta el infinito.

Aunque las protagonistas principales del local son las neveras, una a la entrada donde están expuestos los platos preparados del día y otra a la derecha repleta de quesos, hay algunos sitios donde aposentarse a degustar las delicias que contienen, bien sea tomando un aperitivo o bien completando una comida o una cena informal.

Una imagen del coqueto rincón donde nos acomodaron.

Ese día tenían como novedad champiñones rellenos, y nos apeteció probarlos. ¡Muy buenos!

Aunque siempre tienen croquetas de varias clases, ese día habían hecho de pollo a l'ast, unas croquetas grandes y jugosas, con un potente sabor, como correspondía. ¡Superbuenas!

Seguimos con un surtido de ahumados, de fuera hacía adentro hay bacalao, sardina y atún, a cual de ellos mejor, aunque a mí el que me más me gustó fue el bacalao. Venían acompañados por una salsa tártara que parece que es lo tradicional en el norte de Europa, pero la verdad es que no les hacía falta.

Pasamos a cosas serias con esta magnífica y completísima tabla de embutidos, con lomo ibérico, cecina, butifarra de huevo y blanca, chorizo, fuet, salchichón y jamón. Creo que no me he dejado ninguno de sus integrantes, todos ellos de gran calidad, aunque yo soy muy fan del lomo ibérico. 

Y no menos interesante la imponente tabla de quesos, con 8-10 variedades, que nos presentaron más que adecuadamente, con información adicional sobre la mayoría de ellos, y con la recomendación del orden para degustarlos apropiadamente, de más suave a más fuerte. ¡Con lo que nos gustan los quesos a nosotros!

Terminamos con las costillas de cerdo asadas, con una salsa en la que reconocí la mostaza en grano. Estaban más que tiernas, la carne se despegaba de los huesos solo con ponerlas de pie. Muy ricas y gran plato para terminar la cena.

Nos bebimos una botella de vino blanco Vinyet y otra de un tinto del Montsant llamado Univers, que cumplieron más que adecuadamente, y más si tenemos en cuenta que los pagamos a precio de tienda, y diría que tienda barata. ¡Gracias Sergi!

Por primera vez en este blog, creo que la cuenta no es demasiado significativa ya que no sé si los precios son los normales o son "de amigo". Además de la cena referida para 5 personas, en la cuenta hay algunas cervezas y otras bebidas previas que consiguen elevar el coste a 23€ por persona. Los dos apuntes de la cuenta que salen como "Varis", son el surtido de ahumados y las costillas.

No os lo perdáis si estáis por la zona, para tomar algo allí o para llevaros la comida o la cena a casa, y si vivís en Gracia, se convertirá seguro en una parada obligatoria para vuestra compra habitual.

Tasta Gràcia
https://www.tastagracia.com
Torrent de l’Olla 155
08012 Barcelona
648.824.495 - 932.177.762
de martes a domingo de 10 a 23h

sábado, 5 de junio de 2021

Llamber (2021)


Seguíamos de celebraciones y decidimos "recuperar" otro restaurante al que hacía años que no volvíamos, y eso que nos lo habíamos pasado muy bien en nuestras visitas anteriores, y es que la última de la que tengo pruebas documentales data ya del lejano 2015 y no recuerdo ninguna otra más reciente.

Reservamos en la terraza, como es preceptivo en época de pandemia, y estuvimos muy bien en esa calle semipeatonal en la que se sitúa el restaurante, con un animado trasiego de personal, mayormente foráneo, pero es lo que toca estando en el Born, aún en estos tiempos difíciles que corren.

Echamos un vistazo a la carta, suficientemente amplia y con bastantes cosas que venían de gusto, hasta que conseguimos llegar a un acuerdo, sobre todo en la cantidad de platos a pedir.



Para empezar y acompañar pedimos pan con tomate. Estaba muy bueno, un buen pan tostado bien untado con tomate y aliñado con aceite, pero 4€ (más el 10% de suplemento por estar en la terraza, como en todos los demás precios que indicare más adelante) por 8 trocitos me parece excesivo por muy bueno que estuviese, pero últimamente es norma habitual que los restaurantes cobren el pan, y sobre todo si es con tomate, como si fuera un artículo de lujo, y no un alimento básico.

Decidimos pedir un par de "aperitivos" para abrir boca, el primero fue la anchoa del cantábrico sobre pan dulce de espelta y queso Cabrales (a 6,50€ la unidad), un bocado estupendo, con los sabores muy bien equilibrados, y no era cosa fácil dado que dos de los ingredientes eran tan potentes como la anchoa y el cabrales. Sólo pedimos una unidad porque queríamos probar muchas cosas y se nos hizo corto, muy corto. 

También pedimos solo una bomba picantona de carne, era de tamaño pequeño y la salsa roja picaba de lo suyo, una buena versión de la tapa más barcelonesa, aunque podían haberla hecho algo más grande.

Empezamos los platos propiamente dichos con un clásico irrenunciable de esta casa, media ración de “patatinas” al cabrales con praliné de avellanas. Aunque ahora no sé porque las siguen llamando patatinas, supongo que será la costumbre, ya que en realidad son pequeños cubos (diría que de puré) de patata, coronados con una fabulosa salsa tipo mousse de cabrales, uno de los imprescindibles en nuestras comandas. Antes eran unas pequeñas patatas enteras, servidas con piel como podéis ver aquí y aquí. También es verdad que en las anteriores ocasiones, en 2013 y 2015, costaban 6€ y ahora cuestan 6,50€, así que en lugar de subir precios han reducido las raciones.

No los habíamos probado nunca aquí, por lo que nos hizo gracia pedir los buñuelos de bacalao con “all i oli” de miel, también en formato de media ración. Se trataba de media docena de pequeñas, etéreas y aun así suculentas esferas, con un agradable sabor de bacalao a pesar de que la textura era casi de buñuelos de aire, de lo ligeros que eran. Estaban muy buenos, pero vuelvo a hacer notar el precio elevado de la media ración, 7€ por 6 minibolitas de tamaño inferior a una nuez, más como un grano de uva de los gordos. El allioli no estaba mal, pero a nuestro gusto estaban mejor los buñuelos sin más, a palo seco.

El primer plato principal fue el tataki de atún rojo salvaje con fresas, chalotas, casis y eucalipto, en el que como en el plato anterior, a nuestro gusto le sobraban aditivos al atún, aunque también es verdad que somos muy amantes de este producto al "desnudo".

Y para empezar a terminar no podía faltar la morcilla con chipirones y el jugo asado de su tinta, un plato que hemos pedido en todas las ocasiones que hemos venido a este restaurante, y que, como escribí una vez en los comentarios de un blog que sigo (en una de mis poquísimas interacciones con el mundo blogger), vale por sí solo la visita a este local. En la base media magnífica morcilla cortada a lo largo (que seguramente sería de mejor comer cortada a rodajas clásicas, pero creo que ya es una tradición servirla así), y por encima unos trozos de chipirón de no menor calidad, rematado el conjunto con unos brotes y una sabrosa salsa de su tinta. ¡Impresionante platazo!

Como postres ya teníamos claro desde el principio que íbamos a pedir la tabla de quesos asturianos y catalanes de pequeño productor, y sólo nos faltaba decidir si era la ración completa o solo media. Al final optamos por la media y fue la única decepción de la noche. Si a algún plato anterior le he puesto pegas, era más por discutir el precio o el tamaño, pero no la calidad del producto, y en todos los casos disfrutamos de ellos, en mayor o menor medida. 
Pero en este caso, la comparativa con las versiones de las que habíamos podido disfrutar en ocasiones anteriores, fue demoledora. Ni rastro del celebérrimo y esperado Cabrales, y en cambio nos tuvimos que conformar con cuatro trocitos de variedades que no recuerdo que nos presentasen, y que resultaron bastante anodinas. Como demostración de lo dicho, esta es la versión del 2013 que también nos costó 9€, y esta es la tabla completa que tomamos en 2015 a 16,50€

Para beber, tomamos una cerveza y una cocacola mientras decidíamos la comanda, y luego pedimos un par de copas de vino blanco y un agua, lo que al final configuró una cuenta de casi 47€ por cabeza, lo que nos pareció algo caro, sobre todo por el bajonazo de los quesos, ya que hasta ese momento aún lo íbamos justificando por los años transcurridos, y entendiendo la época difícil que les ha tocado soportar al sector de la restauración.

Llamber
http://llamber.com/
C/ Fusina, 5
08003 Barcelona
933 196 250 (mejor reservar)
todos los días de 12 a 22 h

viernes, 21 de mayo de 2021

Topik (2021)



 De nuevo llegaba esa época del año en que celebramos nuestros cumpleaños, y decidimos volver a uno de nuestros restaurantes favoritos, pero al que hacía mucho tiempo que no íbamos, el Topik de Adelf Morales. En plena pandemia, con la restauración con horarios y condiciones cambiantes cada semana, conseguimos reservar una mesa en la terraza que les han dejado poner en la acera, no demasiado ancha.

 La última vez que habíamos ido, disfrutamos como enanos con el menú degustación que tenían, y tras la comprobación preventiva en su página web, estábamos dispuestos a intentar repetir tan grata experiencia. La sorpresa fue, que una vez sentados en nuestra mesa y leyendo la carta, no hallamos ni rastro de dicha opción de menú degustación, y preguntamos por ella a nuestra solicita camarera. Ésta nos dijo que no existía esa posibilidad (supongo que cosas de la pandemia), pero que iba a preguntar a cocina que se podía hacer. Al volver nos informó que el chef nos podía hacer un menú especial al precio de 55€ por persona, compuesto de 7 tapas, un arroz y 2 postres. Era más caro que el menú degustación que anunciaban en su web, pero como conocemos la excelencia del chef, decidimos aceptar la propuesta, no sin antes encaminar un poco la oferta de platillos, ya que, por ejemplo, no somos nada amantes de las ostras, y sabemos que es una de las especialidades del restaurante.

Para beber empezamos por un par de copas de vino blanco, una de albariño y otra de verdejo.


 La mesa está elegantemente dispuesta, con una vajilla preciosa.

Empezamos con un plato de pescado crudo o casi, era hamachi, un pescado bastante utilizado en barras de sushi japonesas, que se traduce como seriola y creo que también como pez limón, venía acompañado con setas y una magnífica salsa holandesa. Lo que se ve en la imagen era la ración para compartir entre dos, y se nos hizo un poco corta, lo que tristemente fue demasiado habitual esa noche.

Seguimos con la hurta a la donostiarra, otro plato de pescado, en esta ocasión de una variedad desconocida por completo para nosotros. Otro buen platillo que hubiéramos deseado fuese más grande.

A continuación llegaron dos croquetas (en la foto ya solo queda una) de pato pekin, coronadas con pepino. Espectaculares, para comer a docenas.

Otro plato que se quedó muy, muy corto en la cantidad, fue este calamar con salsa holandesa y menta. Unas tiras sabrosísimas de clamar crudo (o prácticamente) bien acompañadas por la salsa, que repetía aparición en el menú.

Dejamos los platos blancos minimalistas para retomar la vajilla decorada y degustar los guisantes, con colmenillas, ceps y espardenya. Otro platazo de muy buenos productos fabulosamente tratados. El jugo del fondo era para tomarlo con cuchara, mojar pan como unos tontos o hasta para relamer el plato. Nosotros decidimos tomar la opción intermedia y pedimos más pan.

Se me había terminado el vino, y por probar uno nuevo, pedí una copa de un vino blanco de la Terra Alta, hecho con garnacha blanca. En mi línea habitual, y dado mi nulo conocimiento en el campo enológico, solo comentar que me gustó, pero es que también es verdad que me suelen gustar todos.

Volvimos a disfrutar la vena nipona del chef con los dimsun de liebre con berberechos, en otro gran plato que hubiese merecido más de un dumpling por persona. Tanto la masa de la empanadilla como el relleno estaban de diez, pero de nuevo a destacar el estupendo jugo del fondo.

La última de las tapas fueron los pulpitos con setas, en un plato que no estaba mal, pero que nos gustó menos que los anteriores. Eso sí, de nuevo un magnífico jugo del que dimos buena cuenta con más pan.

Como colofón de la parte salada del menú, llegó el arroz de erizo y ortiguillas, en esta ocasión en una ración bastante grande, tanto que mi pareja no consiguió terminar su parte y yo no me vi con fuerzas ni ganas de ayudarle a apurar su plato. El arroz estaba tan sabroso y suculento como siempre, pero se nos hizo algo pesado tras una sucesión de platos más bien diminutos.

El primer postre fue el borracho con crema de mascarpone y frutos rojos, que fue el preferido por mi pareja.

A mí en cambio me gustó más la torrija con helado de yogur.

La cuenta final refleja los dos menús a 55€ por persona, más las tres copas de vino, una botella de agua y los habituales cafés con hielo para terminar.  

 Tal vez nos pareció un poco caro en comparación con otras veces, pero también es verdad que ya nos advirtieron del precio del menú, aunque supongo que el bendito problema es que estamos muy bien acostumbrados al buen hacer del chef y tal vez esperábamos más de lo razonablemente posible, y más en época de pandemia. 
 Por una vez, nos fuimos con un sabor agridulce de este restaurante, no tanto porque no nos gustara la comida, sino porque echamos en falta más equilibrio en las cantidades de los platos, ya que las tapas del inicio eran en algunos casos raquíticas, y en cambio el arroz fue hasta excesivo en la cantidad. Eso sí, en todos los casos, las salsas y jugos de cocción eran de campeonato, las combinaciones magníficas y las presentaciones acertadas.
 Al irnos tomé una foto de la carta que tienen colgada en la puerta, y además de varias de las cosas que comimos, vimos varias opciones que nos hubieran gustado seguro, por lo que seguramente el error fue nuestro a la hora de pedir, al forzar la opción del menú en lugar de obligarnos a nosotros mismos a elegir entre la variedad de opciones deseables que hay en la carta.

Topik
València, 199
08011 Barcelona
934 51 09 23 (mejor reservar)
Domingos y lunes noche cerrado