sábado, 8 de septiembre de 2018

Petit Bangkok (2018)


 Tras varios intentos infructuosos de ir a este restaurante tailandés, por fin lo conseguimos. La verdad es que la culpa era nuestra por falta de previsión ya que intentábamos reservar a última hora para ese mismo día, y dado el éxito de este sitio, eso es imposible de todas todas, y más si como solía ser habitual éramos más de 4 personas. En esta ocasión aprovechamos que éramos solo dos personas y que ya sabíamos que luego íbamos a las fiestas del Farró, el barrio donde está situado el restaurante en cuestión, ya que una de las organizadoras es amiga nuestra, para anticipar nuestra llamada y conseguir la reserva. De hecho, el grueso de los eventos de la fiesta tiene lugar en la pequeña plaza a la que da la cristalera de este restaurante, llamada Mañé i Flaquer.
 En la carta hay una amplia variedad de entrantes, ensaladas, sopas, arroces y pastas, y termina con los currys y los woks, que sirven de plato principal. La verdad es que se nos hizo complicado pedir ya que había muchas cosas que apetecían, pero al final optamos por pedir 3 entrantes y un curry a compartir, lo que contó con la aprobación de nuestro camarero. Supongo que si sois de más comer podéis pedir 2 entrantes y 2 principales, y evidentemente el límite lo pone cada uno, pero ya aviso que nosotros salimos satisfechos, sin llegar a hartarnos.

 El primero de los entrantes fueron las empanadillas de pollo a la pimienta y curry con verduras, muy ricas y con una salsa agridulce para acompañarlas.

 Para continuar llegaron los rollitos de gambas y verduras, una especie de rollitos de primavera pero con gambas en su relleno, creo que recordar que la salsa quería picar un poco.

 Por último probamos las bolitas de arroz con gambas y verduras rellenas con huevos de codorniz, uno de los platos estrella por lo que había leído en internet, y no nos defraudaron. Venían junto a una salsa de soja avinagrada, como la que suele acompañar las gyozas.

 Hay cuatro niveles de picante en los currys de esta casa, el menos picante es el amarillo, le sigue el massaman, luego viene el rojo, y el más picante es el verde. Como era la primera vez que veníamos y para curarnos en salud, nos quedamos con el menos picante y pedimos un curry amarillo con pollo y lo acompañamos con un bol de arroz blanco thai perfumado, para poder aprovechar la salsa. Para mi gusto, ya pica lo suficiente para no sufrir demasiado, y ahora mismo sólo me atrevería con el nivel siguiente, el curry massaman, dejando el rojo y el verde para paladares más aguerridos.

 Para beber tomamos 3 cervezas y para acabar de pacificar nuestras papilas pedimos como postre un helado de limón con jengibre, que personalmente, disfruté mucho. Todo ello no llegó a los 20€ por persona en una imbatible relación calidad-precio, ya que todos los platos que probamos estuvieron realmente ricos, ya que si bien son sencillos, están muy bien preparados.

 Intentaremos volver cuanto antes para seguir probando platos de su extensa carta, y a ver si nos atrevemos con el siguiente nivel de picante, aunque con lo complicado que es reservar y lo poco previsores que somos en ese sentido, dudo que sea pronto. Muy buen restaurante, absolutamente recomendable y para todos los bolsillos, que no es poca cosa.

Petit Bangkok
c/ Vallirana 29 (aunque ahora tienen otro local en c/Balmes 106)
08006 Barcelona
640 847 254 (imprescindible reservar)
de martes a sábado de 13 a 15:30h y de 20 a 23:30 h

viernes, 7 de septiembre de 2018

La Quesera (2018)


 En una de esas revistas de tendencias que semanalmente se entregan con algunos diarios, vimos una reseña de este local de oferta dual, ya que consiste en una tienda de quesos y al lado han habilitado una zona como restaurante (o cheese bar como le llaman ellos). El restaurante está en la plaza del Camp, en la zona alta de Barcelona, por encima de Mitre y en la calle paralela a Muntaner, justo enfrente de La Royale, una hamburguesería premium asesorada por el afamado y multi-estrellado chef Paco Pérez.
 La cuestión es que como nos gustan bastante los quesos, aunque sin ser para nada expertos y ni siquiera demasiado entendidos, para allí que nos fuimos en una nublada y a ratos "llovizneante" noche de septiembre. Tienen una pequeña terraza en la placita con mesas altas y taburetes, desierta esa desapacible noche.

 La gran mayoría de sus platos tienen los quesos como protagonista, más o menos principal, lo que a nosotros ya nos va bien, pero puede resultar algo monótono si no eres un entusiasta de tal producto.
 Empezamos con unos buñuelos de bacalao con queso, evidentemente más cremosos que los clásicos y muy bien fritos. Sin estar mal, a nivel de sabor no me acabaron de convencer ya que, para mi gusto, más que complementarse se solapaban los dos ingredientes, pero a mi pareja si le gustaron mucho.

 Seguimos con las quesadillas de jamón York y queso Comté, en las que éste último daba un buen empujón al conjunto del plato. Buen entrante.

 Pedimos la ensalada de tomates con burrata, frutos rojos y albahaca, pero nos informaron que se les había terminado la burrata y que nos la podían servir con mozzarella en su lugar. Aceptamos y acertamos plenamente, aunque nos quedamos con las ganas y tenemos pendiente volver a probarla en su versión original, con la burrata.

 Como plato principal nos decantamos por una de sus tablas de quesos, como no podía ser de otra forma. En la carta hay una tabla de la casa, compuesta solo de quesos, con 5 variedades al gusto del cliente a 18€, y luego tienen 4 tablas diferentes (llamadas quesos variados, sabrosos, imprescindibles y de temporada) con 4 variedades de queso cada una acompañadas de charcutería por 15€. Diría que la práctica totalidad de los quesos son franceses y suizos ya que, aunque no estoy demasiado puesto en geografía quesera, los nombres les delataban.
 Nosotros nos dejamos aconsejar por nuestro amable camarero y pedimos una de estas últimas, aunque la verdad es que no recuerdo cuál ni tampoco los quesos que las componían, a pesar que nos los presentaron adecuadamente, ya que no me paré a apuntarlos y mi memoria ya no da para tanto.
 Como se puede apreciar en la foto, además de los quesos había un poco de jamón, paté y unos trozos de rillette, todo muy bueno pero con mención especial para la rillette, que cada día me gusta más, sobre todo si está tan buena como esta. Para acompañar los quesos y servir de contrapunto había una mermelada diría que de fresa, unas láminas de melocotón, unos granos de uva, almendras, pasas y nueces.

 Para beber tomamos una botella de un vino blanco gallego llamado Marqués de Vizhoja bastante subido de precio, ya que en internet ronda los 5€, pero lastimosamente es lo que suele pasar con las gamas más bajas. Al final, y con los cafés, la cuenta se elevó hasta los casi 30€ por persona, pero los damos por bien empleados dado lo bien que cenamos y lo a gusto que nos encontramos en este local, con un personal en todo momento dispuesto a asesorar y a aconsejar a los neófitos. Aunque está fuera de nuestra zona habitual es muy probable que volvamos a probar más quesos y hasta otras cosas.

La Quesera
https://www.laquesera.com.es/cheesebar-es/
Plaça del Camp 7
08022 Barcelona
932 122 795 (mejor reservar ya que el local no es muy grande)
de martes a sábado de 10 a 23 h y domingos de 11 a 16 h