sábado, 19 de noviembre de 2016

Asador de Burgos (2016)



 De vez en cuando vamos a La Muscleria a satisfacer el ansía de algunos amigos por saciarse de ese tipo de molusco, y más de una vez nos habíamos fijado en este cercano restaurante castellano, con reminiscencias del más conocido Asador de Aranda, pero nunca nos había dado por entrar. Aprovechando un lavado de cara que le han dado al local y en uno de esos días en los que no sabes dónde ir, reservamos y allá que nos fuimos.
 Empezamos por una muy buena morcilla, de arroz por supuesto, que según nuestro experto del grupo, las otras no son morcillas. Muy rica.

 Seguimos con una cazuelita de judías, del tamaño poco más que de una tapa, pero de un sabroso y estupendo guiso, poco menos que canónico. Vamos que unas judías como las de las abuelas.

 Seguimos con un plato de picadillo, que es la carne del chorizo pero sin embutir. No nos convenció y no creo que lo volviésemos a pedir.

 Para terminar con los entrantes pedimos una croqueta de rape y gambas por cabeza (que se ven en la parte superior de la foto), y un revoltillo de setas con de lo más resultón.
 Como resumen decir que los entrantes no son muy grandes, pero también es verdad que son baratos, porque el más caro fueron las croquetas que costaron 6'35€ (a 1'27 la pieza), seguidas de cerca por la morcilla a 6€, y en líneas generales estuvieron bastante bien, destacando la morcilla y las judías.
 Ahora veo que los precios de la cuenta son sin IVA, por lo que actualizo precios. Así, las croquetas cuestan 1'40€ cada una, y por tanto el plato nos salió a 7€, y la morcilla nos costó 6'60€. También compruebo ahora que el "entrante" más caro fue el pan, por el que pagamos 8€.

 Mi pareja no es muy amiga de la carne roja (que es justamente lo que se viene a comer aquí), pero desde que vio en la carta esta ensalada tibia de codornices con vinagreta de miel y mostaza, tenía claro lo que iba a pedir de segundo. La pude probar y estaba deliciosa.

 Los otros cuatro comensales compartimos dos platos, cada uno de ellos pensado para dos personas. El primero fue este chuletón de ternera a la piedra, de buen tamaño y que en combinación con el siguiente plato nos costó de acabar.

 Y no podía faltar un plato del horno, que para algo hemos venido a un asador castellano. El elegido fue el cuarto de lechazo asado (y por tanto descartamos el cochinillo), con carne de buena calidad y muy bien hecha.

 De los postres no tengo fotos pero mis compañeros de mesa aún tuvieron saque para ello, y pidieron unas trufas, una crema catalana, un músico con moscatel y un café irlandés que hizo de puente hacia un café con hielo y tres carajillos variados.
 Tomamos un par de botellas de un Ribera del Duero llamado Cepa Gavilán que no estuvo nada mal, una copa de vino blanco y diría que alguna que otra botella de agua, aunque no la veo reflejada en la cuenta. Al final fueron casi 40€ por persona que no considero demasiado para lo bien y mucho que comimos y bebimos, en una cuenta de coste mucho más controlable si se obvian los platos de horno y se optan por platos a la brasa, de precios bastante más bajos.
 Nos gustó mucho a todos por lo que supongo que volveremos, y espero que no tardemos demasiado. 


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Actualización:

 En una segunda visita probamos una cazuelita de estupendos callos con garbanzos (4'50€), un delicado morro de cochinillo (5'75€), aunque en la foto ya sólo se ve el último trozo, y repetimos de la fantástica morcilla y de la ensalada de codornices.

 También pedimos unos huevos estrellados con jamón correctos (5'50€), unas mollejas (8'50€) y unas chuletillas de cordero (16'95€).
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Asador de Burgos
c/ Bruc 120
08009 Barcelona
93 207 31 60
Todos los días 12:00h-16:00h y de miércoles a sábado 19:30h-23:00h

sábado, 9 de julio de 2016

Can Kenji (2016)


 De nuevo volvimos a Can Kenji, y como lo hacemos tan de tanto en tanto, y nos gusta tanto, pues cada vez que conseguimos reservar (que no es fácil), me llevo la cámara, hago las fotos y escribo una nueva entrada en el blog, 
 La carta es bastante inmóvil pero la gente ya sabe a lo que viene y diría que ya le está bien a todo el mundo, dado lo lleno que está siempre. Suelen tener una página con las sugerencias del día de la que no hay foto.

 La mesa ya dispuesta para empezar, sencilla pero suficiente.

 La verdad es que como nuestras visitas son tan espaciadas en el tiempo, y que además somos de gustos fijos (será la edad), casi siempre acabamos pidiendo más o menos lo mismo. Uno de los platos que acostumbra a caer es la tempura kakiage de setas y verduras. Muy rica.

 Otro habitual es la ensalada de tartar de jurel con vinagreta de miso blanco, triunfo seguro.

 Esta vez vimos estas brochetas de langostinos, espárragos y queso Idiazábal, nada japonesas y que no recordábamos de visitas anteriores y las pedimos a ver qué tal. ¡Acierto total! Nos gustaron muchísimo y diría que se va a convertir en otro fijo en nuestras comandas aquí.

 Hablando de clásicos, la caballa marinada en salsa de soja y mirin a la plancha tampoco suele faltar en nuestras cenas en este local.

 Y el clásico de los clásicos para nosotros en Can Kenji son los fideos udon salteados con sepia y almejas, y su adictivo caldo. Creo que vamos a empezar a tener problemas con tanto fijo inamovible en la alineación, y al final tendremos que descartar alguno de nuestros favoritos, como por ejemplo, en esta ocasión le sucedió al onigiri de risotto.

 No solemos pedir postres pero esta vez nos hizo gracia el pan cake de chocolate, que estuvo rico.

 Para beber tomamos una botella de vino blanco que cumplió sin más.

 Además de todo eso pedimos agua, un café y un té japonés (diría que era genmaicha), y al final la cuenta ascendió hasta los 28€ por cabeza, más que razonables dado lo bien que cenamos y lo mucho que disfrutamos una vez más en este fantástico restaurante japonés, con toque muy personal.


Can Kenji
http://www.cankenji.com/
C/ Rosselló, 325
08037 Barcelona
934 76 18 23 (obligatorio reservar, excepto en la barra que no es posible)
Lunes-Domingo 13:00-15:30 y 20:30-23:00

sábado, 21 de mayo de 2016

Topik (2016)



 Volvimos a celebrar mi cumpleaños en este restaurante del ensanche en el que siempre hemos disfrutado mucho con la comida y siempre nos hemos sentido muy bien atendidos, y que veo que no lo publico desde otro cumple mío, justamente en el que me regalaron la cámara que suelo usar para hacer las fotos del blog, aunque entremedio sí que hayamos acudido de vez en cuando a cenar, alguna vez en pareja y alguna otra en grupo más numeroso.
 Aunque tienen una especie de menú degustación, y ahora veo en la web que hay otro dedicado al atún y a sus diferentes partes, llamado del ronqueo, nosotros nos compusimos uno a medida basado también en el atún (aunque solamente de su ventresca), pero es que en esta casa lo tratan como nadie.
 Empezamos con el canelón frío de papel de arroz con ventresca de atún en escabeche y sanfaina, una pasada de plato que aún no habíamos probado y que casi seguro que cae más veces porque somos fanáticos del escabeche (y de casi cualquier cosa con vinagre y/o limón). ¡Buenísimo!

 Seguimos con la ensalada de tomate, cebolla y más ventresca, en una clásica combinación con muy buenos componentes. Buen plato en cualquier caso.

 Fuera de carta y anunciados como sugerencia de temporada nos llamaron la atención estos guisantes con sepietas, suavemente estofados. Estuvieron sublimes, pero es que es verdad que cuando es temporada es un producto muy agradecido, o es que a nosotros nos gusta mucho.

 Seguimos con un clásico para nosotros en este restaurante, y es que diría que desde que las probamos  por primera vez, siempre hemos pedido las brochetas de langostino crujientes con suave allioli.

 Como plato principal volvimos a la ventresca de atún, esta vez a la piedra, a la manera que sirven la ternera en algunos sitios, con el producto en crudo y la piedra ardiente para hacerlo cada uno a su gusto, y que en nuestro caso suele ser muy, pero que muy, poco hecho, prácticamente crudo.

 Como postres, o en lugar de ellos, nos tomamos esta estupenda tabla de quesos, compuesta de izquierda a derecha de Payoyo, Stilton, Brillat Savarin, cremós del Pirineu de Molí de Ger y en la bandejita, un Saint Marcel madurado/macerado con aguardiente sólo apto para valientes y amantes de los quesos. Les acompañaba una mermelada de melocotón y azafrán, que no probé por manías personales, pero con la que mi pareja disfrutó por los dos.

 Para beber nos tomamos una botella de un verdejo sencillo llamado Menade y un par de aguas, y que sumadas a los cafés conformaron una cuenta ligeramente por encima de los 50€, que no es barato pero que tampoco calificaría de caro dado lo bien que comimos y lo bien servidos que estuvimos, con un servicio amable y cercano, como siempre. Además es lo que tiene basar la comanda en la ventresca de atún que tampoco es que sea un producto barato, y más si es de calidad, como es el caso.
 De cualquier forma sí que es verdad que se escapa de nuestro rango de precios habitual, pero un día es un día, y en éste estábamos de celebración, y que mejor que celebrarlo disfrutando de una magnífica cena como esta.


Topik
http://www.topikrestaurant.es/
València, 199
08011 Barcelona
934 51 09 23 (mejor reservar)
Domingos y lunes noche cerrado

viernes, 8 de abril de 2016

Chicoa (2016)




 Aprovechando que vuelve a ser cuaresma y que hay una nueva edición de la Ruta del Bacallà (¡y hablo ya de la del año 2017!), voy a ver si soy capaz de dar salida a entradas del blog que llevan casi un año olvidadas en el metafórico y binario baúl de los recuerdos.
 Esta en particular fue la única ocasión en que aprovechamos la ruta del 2016, y para ello acudimos a nuestra cita anual (o casi, ver visitas anteriores aquí y aquí) con este clásico restaurante catalán. 

 Este era el menú que ofrecían ese año para la ruta del bacallà, con un primero, un segundo y un postre a elegir de entre dos posibilidades, a nuestro gusto bastante menos atractivo que otros años que habían hecho una especie de menú degustación.

 Las habituales aceitunas para entretener la espera son estupendas.

 Para beber el menú incluye la ínclita cerveza Inedit que patrocina el sarao, y la acompañamos con un poco de agua.

  Los canelones de espinacas de esta casa son de vicio con una bechamel de campeonato, siempre convencen y obligan a pedir más pan. ¡Requetebuenos!

  El otro entrante era esta ensalada de tomate raf con cebolla y atún, muy buena también.

  Como plato principal elegí, al igual que dos de mis compañeros, el surtido de bacalaos, que incluía el gratinado al alioli, otro a la llauna y por último uno con pisto (sanfaina). Me gustaron todos muchos, pero será por algo que esta casa es famosa por sus bacalaos.

 A mi pareja le convenció más el bacalao a la ampurdanesa, con ciruelas, pasas y piñones, que a ella le gustó mucho, que probé y no estaba mal, pero yo no soy mucho de frutos secos y por eso a mí no me entusiasmó como a la interesada. La ración era para campeones y dio para compartir.

  Los postres eran esta crema catalana, que en la foto está más que mediada, muy correcta.

 Y un sorbete que venía anunciado de mandarina y diría que era de limón, pero no me quejo porque ya me gusta así.

 Al final la cuenta se enfiló desde los 30€ del menú hasta los 36€ por persona gracias al pan, al agua y a los cafés, en un precio muy asumible para lo bien que se come en esta casa. Lástima que sólo nos acordemos de ellos cuando llegan estas fechas.

Chicoa
http://www.chicoa.es/
C/ Aribau, 73
08036 Barcelona
93 453 11 23 (mejor reservar aunque es grande y suele haber sitio)
De 13.30 a 15.30 y de 20.30 a 23.30 excepto Domingos y festivos por la noche

viernes, 22 de enero de 2016

Verne (2016)


 Habíamos pasado por delante alguna vez y nos había llamado la atención su impactante diseño por lo que decidimos darle una oportunidad a este restaurante decorado para que te sientas dentro del Nautilus, y para muestra de esto que digo, y sin que sirva de precedente, unas cuantas fotos del local.
 Esta es la entrada, con la barra y unas escaleras que llevan a la zona de mesas.

 Lo que sería el "reverse angle" de la foto anterior y que era la imagen que teníamos desde nuestra mesa.

 El local es de esos tan típicos del Eixample con forma de U, y en lo que sería el lado contrario del que estábamos nosotros se encuentra el elemento más impactante de la decoración.

 Y al fondo del local hay una pequeña sala que diría que hace las veces de coctelería con lámparas en forma de medusas y que cambian de color.

 Además había podido comprobar en internet que disponían de un par de menús de lo más económico para poder descubrir su cocina sin desagradables sorpresas de tipo monetario. Como éramos tres comensales y los menús están planteados para dos personas (o múltiplos de dos), decidimos optar, tras la oportuna sugerencia de nuestra camarera, por el menú Nautilus de 20 euros y añadirle un par de platos de la carta que nos llamaron la atención.

 Empezamos con la fondue de queso gouda y chips vegetales, con un enorme (tal vez demasiado) bol de chips variadas entre las que diría que había zanahoria, remolacha y yuca (y/o patata), acompañadas de otro bol bastante más pequeño de queso fundido en el que las podías mojar (aunque diría que a esto ahora se le llama "dipear"). No estuvo nada mal a modo de aperitivo para sustituir a unas clásicas patatas fritas, aunque la verdad es que al final se hicieron un poco cansinas y no llegamos a terminarlas, pero es que había mucha cantidad.

 Seguimos con un clásico del tapeo como son las patatas bravas, presentadas de una forma original, en una huevera de cartón de las de toda la vida, en la que tres de los huecos inicialmente destinados a los huevos servían de continente de las distintas salsas, una brava no muy brava, un buen romesco y un suave alioli. No estuvieron nada mal salvo por la falta de contundencia de las salsas, pero supongo que es lo que tiene el querer agradar a todo el mundo.
 Otro tema que nos planteamos allí en ese mismo momento es la idoneidad de este tipo de "vajilla" y si es del todo correcto desde un punto de vista sanitario, ya que la única forma de garantizar algo la higiene, y ya no digo la esterilidad porque me parece imposible, es usar una huevera nueva para cada nueva ración que se sirva; y con nueva me refiero a que no haya usada ni para contener huevos porque sólo el contacto con la cáscara de éstos sería más que cuestionable.

 Seguimos con unas muy buenas croquetas con mayonesa de wasabi. Como ya he dicho las croquetas estaban tremendas, muy sabrosas, todo carne y no el pegote de bechamel que dan en algunos sitios, en cambio la mayonesa de wasabi era del todo irrelevante salvo por la nota de color que aportaba.

 El primer plato que pedimos además de nuestro menú fue esta brandada de bacalao con crujiente de morcilla que formaba parte del otro menú llamado Nemo y que nos gustó en cuanto lo leímos. La brandada, suave, cremosa y con sabor a bacalao como debería ser siempre, venía como relleno de unos anchos tubos de pasta coronados con unas finas láminas de morcilla que no llegaban a estar crujientes del todo, no sé si por falta de tiempo de secado o porque habían cogido humedad luego, pero desgraciadamente fueron lo peor del plato. 

 El segundo plato adicional fue el tataki de atún con salsa mediterránea, tomatitos y olivas negras, en una combinación no por conocida menos resultona, con un buen producto.

 Volvimos a la senda del menú Nautilus con este pulpo braseado con parmentier de patata y aceite de pimentón para recrear el clásico de la cocina gallega. Nos dijeron que revolviéramos el conjunto para mezclar bien todos los ingredientes antes de hincarle el diente y así lo hicimos, con gran satisfacción por nuestra parte. 

 La última entrega salda del menú fue la espalda de cordero con patata ratte al tomillo. La carne venía deshuesada y desmenuzada, presentada ya preparada para atacar con los tenedores a una tierna y gustosa especie de hamburguesa de buen cordero. Las patatas ratte son una variedad de ese tubérculo muy apreciada en Francia, pero que en ese momento ya se hicieron pesadas puesto que en cuatro de los cinco platos del menú (todos menos las croquetas) estaba presente la patata de alguna manera. Entiendo que es una buena y barata manera de saciar al personal en un menú de corte económico, pero a estas alturas creo que ya no era necesario y se hubiera agradecido otro tipo de guarnición.

 El postre era una espuma de crema catalana con frutos rojos que nos defraudó un poco sobre todo porque fue poco espuma, ya que se encontraba en estado casi completamente líquido, que no sé si fue debido a un defecto de elaboración o porque se demoraron en demasía en servirla y se les "bajó".

 Para beber nos tomamos unas cervezas, una coke y un agua, de las que nos descontaron un par de ellas por estar incluidas en el menú, y para acabar tomamos los consabidos cafés, para conformar una cuenta final por debajo de los 24 euros por persona, un precio de lo más contenido para estar en el Eixample de Barcelona y más si tenemos en cuenta que deben amortizar lo que se han gastado en decorar el local. En resumen se trata de un local de tapas y platillos modernillo donde no se come nada mal y a buen precio, pero donde lo que prima es el aspecto visual y que puede ser divertido sobre todo la primera vez o si se va en grupo, pero que supongo que se puede hacer pesado con la reiteración.


Verne
http://www.vernebarcelona.com/
Aribau 150
08036 Barcelona
637 116 723 (es bastante grande y no parece necesario reservar si no es para un grupo grande)