sábado, 12 de abril de 2014

El Racó d'en Cesc (2014)


 Una vez más se celebraba la Restaurant Week en Barcelona auspiciada por una conocida web de reservas y debido a compromisos adquiridos con anterioridad no pudimos aprovecharla como habíamos hecho en ocasiones anteriores, por lo que al final únicamente pudimos ir a uno de los restaurantes que ofrecían un menú para la ocasión al ya clásico precio de 25 euros más IVA y que no incluía la bebida. Nuestro elegido fue este restaurante del ensanche que conocimos en la edición del año pasado y que nos gustó mucho pero al que no habíamos tenido la oportunidad de volver a visitar.

 Nos ubicaron en un saloncito de lo más coqueto con sólo 4 mesas de las que únicamente se ocuparon la nuestra y otra, también por otra pareja que venía a por el menú de la Restaurant Week, y es que es una oferta difícil de dejar escapar.

 Tras tomar nota de las bebidas nos sirvieron como aperitivo un huevo poché con guacamole y unos brotes verdes, un platillo de lo más sabroso, y eso que lo dice alguien que no aprecia demasiado el aguacate.

 Los panecillos de esta casa son estupendos, de corteza crujiente y miga esponjosa.

 Entre las cuatro posibilidades que ofrecía el menú como entrantes, mi acompañante se decidió por el tataki de atún marinado con soja y xatonada de anchoas y algas, en el que lamentamos lo fino que estaba cortado el atún, ya que con un corte más grueso hubiera aportado más sabor. Fue el plato más flojo de los que probamos, aunque de todas formas no estaba mal para ser una ensalada.

 Por mi parte, descarté la ensalada de foie a la plancha (muy parecida a la que tomé aquí el año pasado) y el huevo a baja temperatura con panceta y parmentier, para quedarme con los rigattoni rellenos de pescado y langostinos con salteado de verduras, servidos en una ración más que contundente y que nos gustaron mucho. Muy buena la pasta de pescado que constituía el relleno, estupenda la salsa de marisco que acompañaba a los rigattoni y fabulosos los langostinos que coronaban el conjunto. Todo un acierto.

 De segundos nos olvidamos de la merluza con setas y calçots y de los pies de cerdo rellenos de gambas, para optar por el bacalao con habas, berberechos y butifarra negra. Tremenda pieza de bacalao, bien desalado y mejor cocinado, con una deliciosa salsa verde que integraba perfectamente los otros ingredientes citados anteriormente. Otro muy buen plato.

 Yo me quedé con el solomillo de ternera con chalotas confitadas y una salsa de vino tinto nada fotogénica pero muy resultona. Además de las chalotas (o escalonias) la guarnición comprendía una fina crema de patata, tipo parmentier.

Como sólo había dos postres entre los que elegir decidimos pedir los dos y compartirlos. El primero, y ya os digo que el menos bueno de los dos, fue el cremoso de chocolate blanco con texturas de naranja, en el que echamos en falta algo más de naranja o de esas estupendas galletas que contrarrestasen mejor la gran untuosidad del chocolate blanco. Agradezco la generosidad en la cantidad de chocolate del plato pero, en este caso, menos hubiera sido más, porque su potencia se apoderó del conjunto. Con otra proporción en sus ingredientes hubiera podido ser un gran postre.

 El que no necesitaba nada más ni creo que se pueda mejorar demasiado, salvo tal vez en su aspecto visual, era la espuma de crema catalana con helado de caramelo. Una crema catalana ligera y casi etérea, aunque no por ello perdió nada de sabor, escondía una quenelle de helado de caramelo, que aportaba el punto dulce que suele corresponder a la capa superior de azúcar quemado, y unos trocitos de la misma galleta vista en el postre anterior, que servía de contrapunto crujiente. No soy un gran amante de los postres pero este me encantó.

 Para beber pedimos una copa de Gessamí de Gramona, un blanco afrutado y casi dulce del Penedès, otra copa de otro vino blanco del que no recuerdo el nombre pero sí que era de la D.O Costers del Segre y otra de Brunus, un tinto del Montsant, y que con mi casi nula capacidad enológica sólo me atrevo a decir que estuvieron bien. También pedimos una botella de agua y los habituales cafés con hielo para terminar.
 Al final la cuenta pasó de los 37 euros por persona, gracias al comedido precio del menú y bastante más que razonables viendo lo bien que comimos, pero que hacen que iniciativas como ésta del Restaurant Week sean prácticamente nuestra única oportunidad para acudir a locales de tanto nivel como el de este clásico restaurante barcelonés. Esperaremos la próxima edición o tendremos que aprovechar alguna celebración especial para volver a disfrutar de un local que nos ha encantado las dos veces que hemos cenado aquí.


El Racó d'en Cesc
http://www.elracodencesc.com/
C/ Diputació 201
08011 Barcelona
93 453 23 52 // 93 451 60 02 (mejor reservar)
de 13 a 16,30 y de 20 a 24 h excepto Domingos

sábado, 5 de abril de 2014

Sitges Tapa a Tapa 2014


 Un año más acudimos a Sitges a disfrutar de esa hermosa población, de la compañía de buenos amigos y de su ya célebre ruta de tapas, la Sitges Tapa a Tapa, celebrada en esta ocasión un poco antes de lo que solía ser habitual, ya que se han adelantado un mes las fechas de esta 4ª edición.
 Como ocurrió el año pasado utilizamos como punto de encuentro la Bodega Candelaria, por el práctico motivo de ser el local más cercano a la estación de tren de entre los participantes en la ruta de este año, que debo decir que ha llegado a la nada desdeñable cifra de 33 participantes, ocho más que la ruta del año pasado, y que supongo que habla de las bondades de este tipo de iniciativas, y más en estos difíciles tiempos que corren. Y sin más paso a enumerar y comentar las tapas que pudimos probar en una jornada que al final se hizo larga, aunque tampoco diría que dura.

- Bodega Candelaria: en nuestro punto de partida pudimos disfrutar del agradable clima que nos acompañó todo el día en su pequeña terraza y empezar con su tostada con champiñones al jerez y crujiente de bacon. Más que una tostada era media rebanada de pan de molde frita, que como es normal, resultaba más grasa y a nuestro gusto ensombrecía algo el, por otro lado, agradable conjunto. Como siempre digo, también es complicado empezar a disfrutar de la comida tan temprano y más si prácticamente desayunas con cerveza.

- Louise Se va: y si es difícil empezar el día con cerveza, ya no digo nada de continuar con algo dulzón y un tanto empalagoso como es el chocolate, atrevido protagonista de este "Polo crocante de butifarra". Con una galleta de helado en la base, llegaba el trozo de butifarra bañado en chocolate y rebozado en trocitos de avellana y para rematar el parecido tenía clavado hasta un palo de madera, como si fuera realmente un polo. Fue la propuesta más atrevida que vimos en toda la jornada, al menos visual y conceptualmente, pero no nos acabó de convencer el sabor, ya que al que no le sobró el chocolate, le molestó, como a mí, la cobertura de frutos secos. De todas maneras bravo por la valentía que mostraron en su primera incursión en esto de las rutas de tapas.

- Canyateca-Prado: seguimos nuestro periplo en un habitual de estos concursos, regiamente aposentados en su amplísima terraza al aire libre, donde dimos buena cuenta de su "Crepe crujiente de meloso de ternera", un paquetito de pasta brick rellena de carrillera de ternera confitada, excelentemente acompañado por la salsa de miel y salvia, unas hojas de rúcula y un refrescante picadillo de verduras crocantes.

- La Granja de Sitges (c/ Parellades): nos acercamos al meollo del pueblo hasta otro debutante en estas lides, y en este caso por partida doble, ya que tienen otro local en la cercana calle Mayor, aunque con otra tapa que no probamos, una croqueta de butifarra y calçots con romesco. Su tapa era una tostada con salmorejo, berenjena asada, jamón y un huevo de codorniz frito, muy resultona, y que nos gustó mucho a pesar de su aparente sencillez.

- Casa Hidalgo: el siguiente alto en nuestro camino es, tal vez, el más "restaurante" y menos "bar" de todos los locales que hemos visitado en estas rutas por Sitges. Como además únicamente sirven la tapa en su pequeña barra y reservan las mesas para sus clientes más convencionales, se suelen producir aglomeraciones y largas colas ante su puerta para poder degustar su habitualmente excelente tapa. Eso nos decidió a ir hacía allí aun antes de su hora de apertura para asegurarnos el primer puesto en la parrilla de salida, y tras algo de retraso sobre el horario oficial establecido por ellos mismos, pudimos hacernos con los preciados taburetes de la barra para degustar su gamba de Vilanova en ravioli sorpresa con una fina crema de puerro. Como era de esperar estaba realmente buena, pero no sé si me acaba de compensar las dificultades que supone su falta de espacio y de sobre todo de orden. En todo caso la tapa era de las mejores que probamos ese día.

- El Bar Ullo: en la misma calle que el anterior y con una disputada y pacífica terraza interior en la que nos tomamos su "Codorniz confitada con mermelada de cebolla y setas de temporada", aunque en realidad el más evidente acompañante de la codorniz era el pimiento rojo y como se ve en la foto, las raciones no eran lo que se dice uniformes, aunque eso sí, estaban muy ricas.

- Pinxet: por una vez y sin que sirva de precedente, en esta ocasión no dejamos a este local para el final como habíamos hecho en los dos años anteriores, aunque no sé muy bien porqué. Así pudimos apreciar en todo lo que valía (¡que era mucho!) su "Carxokotxa", una combinación de alcachofa con cocochas de merluza y bacon ibérico. A mí me gustó mucho, siendo sin duda una de las tres mejores tapas que probé, aunque la verdad es que no hubo unanimidad en ello ya que en algunos casos se quejaron que el gusto de la alcachofa sobresalía demasiado, minimizando el aporte de la cococha. ¡Buenérrima!

- El Cable: siguiendo la moda iniciada el año pasado, estos siempre favoritos a ganar el concurso, pusieron a su tapa un nombre nada descriptivo como era el de "Relaxing cup of café con leche", sobrado eso sí, de coña y hasta con su punto de mala leche. Se trataba de un trampantojo, imitando al citado café con leche, pero nada más lejos de la realidad, puesto que se trataba de un suquet de gambas y rape sobre fondo de patata y con espuma de alioli. Además se complicaron la vida con la presentación y la manera de servir la tapa, ya que en un principio traían la taza únicamente con la crema de patata en el fondo y unos tropezones de gamba y rape, luego servían, como si fuera el café, el impresionante caldo del suquet, después lo coronaban con la espuma de alioli con la ayuda de un sifón, y para terminar, en la taza y como si fueran los azucarillos, venían un par de costrones de pan. Nos recomendaron coger con la cuchara de todas las capas, y luego ir repitiendo la operación pero "pescando" la gamba y el rape, para acabar introduciendo los costrones de pan en lo que quedase de líquido. La espuma de alioli era más efectista que efectiva puesto que no era demasiado potente, pero el caldo del suquet era para forrarse haciendo cubitos de esos de caldo concentrado y vendiéndolos, ya que era simplemente extraordinario, ¡una pasada!

- La Guineu: la siguiente era otra de las tapas "complicadas", o sea con libro de instrucciones para poder comérsela. Se trataba de un vasito de micuit de foie con pistachos, confituras de mango y fresa, caviar de vino blanco (esferificaciones) y unas flores que eran más que simple decoración. La idea era que primero debíamos tomar el caviar de vino blanco, detrás nos teníamos que comer una flor, luego probásemos el micuit de foie solo, y después seguidamente la otra flor, el foie mezclado con la confitura de mango, el foie con la confitura de fresa, para acabar con el resto del foie y unos trozos de pistacho que había en el fondo. La verdad es que estaba muy bueno pero personalmente me pareció que era complicarse demasiado la vida, y total por una tapa. Tal vez es que soy un tío sencillo, o incluso simple según algunos.

- KVA: volvimos a la normalidad y las tapas terrenales con estos "Sueños de bacalao". Eran una especie de obleas o galletas, que ellos habían llamado crujientes de pan en el enunciado de la tapa, con tomate confitado, carpaccio de bacalao, olivada y pepinillo. No estaba nada mal pero le perjudicó a nuestros ojos (y a nuestros paladares) venir de donde veníamos y también que las obleas, de crujientes que eran, se destruían al primer bocado complicando un tanto su ingesta, aunque para algo tenemos las manos, claro. Por otro lado agradecer la simpatía y la complicidad del responsable del local que alargó un poco la hora de servicio para poder atendernos, algo no demasiado habitual.

- Izarra: situado en la misma calle que el anterior, es otro bar de pinchos y uno de los clásicos del concurso, que en esta ocasión presentaba un crujiente (¿de pasta brick?) con confit de pato y virutas de foie al aroma de frutos rojos. La verdad es que la fortaleza del gusto del pato enmascaraba a sus compañeros del interior del quebradizo envoltorio.

- Eguzki: ¡y otro bar de pinchos vascos! Este tiene dos locales y siempre habíamos estado en el del centro pero en esta ocasión nos vino mejor el situado en el paseo marítimo. Su tapa era un montadito con un canelón crujiente (a base de pasta filo o similar) relleno de bacalao ajoarriero. No estaba mal pero nos pareció que no se habían esforzado demasiado y que era un pincho muy fácil para ellos.

- Sports Bar: en el mismo paseo y unos metros más adelante estaba la siguiente parada de nuestro recorrido, otro clásico del certamen que presentaba una costilla a la barbacoa a su manera sobre piña estofada. En la foto están las seis tapas que pedimos, con una carne tierna y melosa y una piña que no probé por el poco cariño que le tengo a ese producto, pero los demás dijeron que no estaba mal la combinación.

-Cafè Roy: de vuelta al centro de Sitges llegamos a otro de los habituales triunfadores de estas rutas, donde nos sirvieron sus huevos a baja temperatura con aceite de trufa, que estuvo muy rico, tanto que supo a poco.

- Di7: cuando llegamos a este bar lo encontramos poco menos que desierto, claro que eran poco más de las seis de la tarde y supongo que empezaban a preparar el servicio de la noche, en el que nos prepararon al momento nuestra respectivas tapas, de aspecto, más que poco, nada atrayente a primera vista, pero que a mí me gustó bastante. Se trataba de un "Dim-Sum mediterráneo", un ravioli relleno de butifarra negra con un puré de garbanzos como salsa y un trozo de foie a la plancha. Como digo sabía bastante mejor de lo que pueda parecer y la presentación poco tenía que ver con la anunciada en el folleto, pero supongo que son cosas del directo.

- Ateneu Popular de Sitges: la siguiente tapa que tomamos era lo que les había dado por llamar "Maki de ensalada sitgetana", y eran unas láminas de carpaccio de atún y de bacalao que envolvían un poco de xató, la pregonada  y previsible ensalada sitgetana. Nos gustó bastante a pesar de su aparente sencillez.

- La Formatgeria de Sitges: aunque se puede deducir cuál es su especialidad de este local por el nombre del establecimiento, nada tenía que ver con los quesos la tapa que presentaron al concurso de este año. Se trataba de un arroz negro con calamares y gambas, alioli y esferificaciones rojas, con una presentación efectista  que llamaba poderosamente la atención, ya que venía servida en una lata de conserva y con el alioli en una especie de pipeta aparte para poder (o no) añadirlo a voluntad. Agradezco y valoro el esfuerzo y la técnica necesaria para su elaboración, pero me pareció que habían puesto la presencia por encima de lo demás, y aunque no es que estuviese mal (en realidad estaba más que bien), soy poco de comer con la vista, por lo que no me acabó de convencer. Demasiado artificioso para mí.
 Dado que el alcohol ingerido ya empezaba a hacer estragos entre los integrantes de nuestro heterogéneo grupo y se precisaba algo más de contenido en nuestros estómagos, decidimos aprovechar nuestra presencia en este templo para los amantes de los quesos, entre los que nos encontramos, y pedimos unas tablas de un par de variedades, que lamentablemente no recuerdo, pero indicativas de lo que nos gustó el sitio y de lo cómodos y bien atendidos que estuvimos allí. También fue este el principio del fin ya que fue aquí donde sufrimos la primera baja, debido a una acumulación de cansancio y, porque no decirlo, elevado nivel etílico en sangre.

- Xampú Xampany: tras una parada técnica que nuestros acompañantes aprovecharon para tomar la tapa de Casa Tecla (un kebab a la brasa con dos salsas del que no tengo foto), nos reunimos de nuevo en este local de la carretera que cruza el pueblo, para probar su "Rollito de garbanzos y langostinos con salsa agridulce", y debería añadir que picante, aunque por desgracia la potencia de la salsa y el crujiente envoltorio se apoderaban del sabor y no permitieron degustar el resto de ingredientes. Aun así nos gustó bastante, pero como digo el relleno tanto podía haber sido de langostinos como de cualquier otra cosa, resultando en una especie de rollito de primavera de contenido indeterminado con, eso sí, una sabrosa salsa.

- La Barata: continuamos en otro sitio donde siempre nos han tratado de maravilla con su tapa llamada "Mi secreto", unas finas láminas de secreto ibérico confitado con chutney de pimientos y germinados, en el  que habían sustituido la previsible rebanada de pan por una de patata, mucho más agradecida. Aunque la carne por si sola resultaba un tanto seca, la combinación con el chutney remediaba ese problema con solvencia.

- Nieuw Amsterdam: y aunque aún quedaba noche y horario por delante para seguir con la ruta, ya no nos quedaban demasiadas fuerzas y decidimos poner el punto final a la jornada en otro de nuestros bares de referencia cuando acudimos a Sitges, con ansía por probar su atrevida tapa desde la publicación de la misma, un cebiche de vieiras y gambas con chips de yuca, con una ácida y picante leche de tigre, que es como se llama al jugo en el que se maceran los ingredientes sólidos del cebiche. Nos gustó mucho, como no podía ser de otra manera dada su composición y nuestras preferencias por este tipo de elaboraciones.

 Al final del día probamos 20 de las 33 tapas de la ruta de este año, y como siempre nos parecieron de un nivel medio más que notable, además de disfrutar del excelente servicio de la mayoría de locales participantes (por no decir de todos, que algún borrón tiene que haber). Además nos permite gozar de la compañía de amigos a los que vemos menos, mucho menos, de lo que desearíamos, aunque eso tiene remedio, ¡cómo no! De hecho ya esperamos con impaciencia la celebración del concurso de la tapa del año, para tener una excusa ineludible para volver a Sitges. ¡Hasta pronto!