viernes, 21 de diciembre de 2018

Tempura Ya (2018)



 Tras casi dos años sin visitarlo sin más motivo que un cierto olvido por nuestra parte, decidimos enmendar nuestro error e hicimos la pertinente reserva para volver a cenar en el Tempura Ya, uno de nuestros restaurantes japoneses preferidos de Barcelona que, sin ser barato, tampoco es que sea desmesuradamente oneroso.
 Me sabe mal repetirme, pero como he comentado en otras reseñas de este blog, somos de ideas fijas y nos gusta lo que nos gusta, por lo que cuando volvemos a un restaurante al que hace tiempo que no vamos, solemos repetir nuestras comandas, así que esta entrada será prácticamente igual a la anterior de hace más de tres años. O sea que servirá para poco más que seguir evidenciando el magnífico nivel de este restaurante y para actualizar sus tarifas, que han subido como era de esperar.

 Empezamos con unas gyozas, que me parecieron de las mejores que he comido nunca, con una pasta fina y un interior muy sabroso. Repasando la anterior crónica veo que en aquella ocasión no me parecieron gran cosa, por lo que, o han cambiado la receta o el cocinero, o al menos éste tenía un mejor día que en aquella vez.

 Otro imprescindible para nosotros son los yakiudon con almejas, unos golosos fideos gruesos con una salsa para mojar pan, ¡si lo hubiese!

 Desde que la probamos por primera vez, también repetimos casi siempre de la tempura de alcachofas y langostinos. Los acompañan de la tradicional salsa, el nabo rallado (que está encima del limón) y un cuenco con sal, para aderezar cada bocado al gusto.

 Como variante ese día y porque nos apetecía algo de sushi, pedimos el uramaki de caballa relleno de ventresca de atún, en una combinación que nos gustó bastante.

 Y para terminar la parte salada, pedimos uno de nuestros platos imprescindibles en este restaurante, el Chan Chan, una cazuelita de salmón guisado con verduras en una salsa picante y adictiva, de la que damos buena cuenta con un bol de arroz blanco.

 Como postres pedimos un par de bolas de helado y luego unos cafés con hielo, y durante la cena nos bebimos una cerveza japonesa Asahi, una copa de vino blanco y un par de aguas. Al final todo sumó unos 37€ por persona, más que correcto por lo bien que comimos y lo bien atendidos que estuvimos, como siempre en esta casa.

 En resumen se trata de un muy buen restaurante japonés, en la gama media de precios, con un servicio amable, discreto y diligente y un alto nivel de cocina, en la que prácticamente todo lo que hemos probado es recomendable.

Tempura Ya
https://es-es.facebook.com/tempuraya
Muntaner 153
08036 Barcelona
93 419 31 82 (casi obligatorio reservar)
de 13:30 a 15:30 y de 20:30 a 23:30, domingo y lunes mediodía cerrado

sábado, 8 de diciembre de 2018

El Boliche del Gordo Cabrera (2018)



 De nuevo con algo para celebrar, nos juntamos un grupo de 9 personas y nos fuimos a cenar a este céntrico y conocido restaurante uruguayo, y por tanto especializado en carnes. Nos habíamos acercado la semana anterior a reservar y ya anotamos la existencia de un competitivo menú accesible las noches del fin de semana, con 4 opciones de primer plato y otras 4 de segundo, más dos postres, el agua y el vino por 26 euros.

 El vino que nos sirvieron con el menú fue este tinto de Cariñena, casi digo que mejor de lo que esperábamos, pero también es verdad que no teníamos demasiadas expectativas. Por lo que he visto después se puede conseguir en internet por 4,5€ la botella, por lo que me parece más que correcto para ser el vino de un menú.

 Yo pedí de primero los raviolis de gamba roja a la crema de espárragos trigueros. Buena pasta sin llegar a enamorar, y un poco más soso de lo esperado el relleno. La untuosa salsa tenía un ligero sabor a espárragos que la verdad es que descolocaba un poco, tanto que no sé cómo valorarla.

 Tal vez la opción más clásica y sencilla era la provoleta con orégano, en un entrante que le encantó a mi pareja, pero es que los quesos le pueden. Muy buen acompañamiento el trozo de pan tostado, ligero y crujiente.

 El entrante más "votado" fue la copa trufada con huevo poché y jamón crujiente. Una suave crema de patata escondía el mencionado huevo, y el contraste crujiente lo ponían el jamón y los tostones de pan. No lo probé pero gustó bastante.

 Tampoco probé la ensalada con tomates y bonito, vinagreta de anchoas, olivas y aguacate. Una fresca y completa ensalada presentada en una vajilla rompedora, vistos los platos anteriores.

 Para acompañar las carnes trajeron unos soportes con un trío de salsas clásicas, un buen allioli, un resultón chimichurri y una sorprendente salsa criolla, una especie de picadillo de verduras con aceite y vinagre. Es una salsa que ya conocía pero que no recordaba tan rica, o tal vez es que no había probado una realmente buena como esta.

 Me preocupé tanto de fotografiar los platos de los demás que me olvidé de fotografiar el mío por lo que no hay imagen del entrecot de ternera a la brasa, aunque es fácilmente imaginable. La verdad es que estaba muy bien y al punto pedido, pero no esperaba menos tratándose de un restaurante uruguayo.
 La brocheta de pollo a la brasa también convenció, con jugosos trozos de la citada ave alternados con verduras, todo cocinado a la brasa, con el mismo acompañamiento que el entrecot, media patata al horno con allioli.

 El lomo de bacalao a la plancha no me llamó la atención al leerlo en el menú pero la realidad superó a los prejuicios, con un buen taco de bacalao, bien cocinado sin estar seco, más bien al contrario, y servido con unas verduras a la brasa.

 Por último estaba el secreto ibérico a la parrilla, que no probé pero que gustó mucho a los que lo pidieron, aunque descolocó un poco la "moderna" guarnición de cuscús que lo acompañaba, más por salirse de lo tradicional que se esperaba que por otra cosa.

 Hubo unanimidad en los postres y todos pedimos el helado de turrón con crema catalana y chocolate caliente, que estuvo a la altura de las elevadas expectativas que suscitó. 

 Al final la cuenta superó ligeramente los 27€ por persona, ya que a los 26€ del menú hubo que añadir el coste de una copa de vino blanco y de 3 carajillos. Curiosa la política de precios según la cual no nos cobraron los cafés pero sí los carajillos, y algo parecido con el vino, en el que nos bebimos tres o cuatro botellas de tinto que se ve que sí entran en el menú pero en cambio nos cobraron una copa de vino blanco. En todo caso el precio me pareció razonable para lo que comimos y bebimos, y para lo bien atendidos que estuvimos.

 Supongo que volveremos en más ocasiones y le daremos una oportunidad a la carta, que no vimos más que de pasada y de la que dejo una muestra, para dar idea del rango de precios.

El Boliche del Gordo Cabrera
http://elbolichedelgordo.com/
Carrer del Consell de Cent, 338
08009 Barcelona
932 15 68 81
de lunes a sábado de 13 a 16h y de 20 a 23:30 h

sábado, 8 de septiembre de 2018

Petit Bangkok (2018)


 Tras varios intentos infructuosos de ir a este restaurante tailandés, por fin lo conseguimos. La verdad es que la culpa era nuestra por falta de previsión ya que intentábamos reservar a última hora para ese mismo día, y dado el éxito de este sitio, eso es imposible de todas todas, y más si como solía ser habitual éramos más de 4 personas. En esta ocasión aprovechamos que éramos solo dos personas y que ya sabíamos que luego íbamos a las fiestas del Farró, el barrio donde está situado el restaurante en cuestión, ya que una de las organizadoras es amiga nuestra, para anticipar nuestra llamada y conseguir la reserva. De hecho, el grueso de los eventos de la fiesta tiene lugar en la pequeña plaza a la que da la cristalera de este restaurante, llamada Mañé i Flaquer.
 En la carta hay una amplia variedad de entrantes, ensaladas, sopas, arroces y pastas, y termina con los currys y los woks, que sirven de plato principal. La verdad es que se nos hizo complicado pedir ya que había muchas cosas que apetecían, pero al final optamos por pedir 3 entrantes y un curry a compartir, lo que contó con la aprobación de nuestro camarero. Supongo que si sois de más comer podéis pedir 2 entrantes y 2 principales, y evidentemente el límite lo pone cada uno, pero ya aviso que nosotros salimos satisfechos, sin llegar a hartarnos.

 El primero de los entrantes fueron las empanadillas de pollo a la pimienta y curry con verduras, muy ricas y con una salsa agridulce para acompañarlas.

 Para continuar llegaron los rollitos de gambas y verduras, una especie de rollitos de primavera pero con gambas en su relleno, creo que recordar que la salsa quería picar un poco.

 Por último probamos las bolitas de arroz con gambas y verduras rellenas con huevos de codorniz, uno de los platos estrella por lo que había leído en internet, y no nos defraudaron. Venían junto a una salsa de soja avinagrada, como la que suele acompañar las gyozas.

 Hay cuatro niveles de picante en los currys de esta casa, el menos picante es el amarillo, le sigue el massaman, luego viene el rojo, y el más picante es el verde. Como era la primera vez que veníamos y para curarnos en salud, nos quedamos con el menos picante y pedimos un curry amarillo con pollo y lo acompañamos con un bol de arroz blanco thai perfumado, para poder aprovechar la salsa. Para mi gusto, ya pica lo suficiente para no sufrir demasiado, y ahora mismo sólo me atrevería con el nivel siguiente, el curry massaman, dejando el rojo y el verde para paladares más aguerridos.

 Para beber tomamos 3 cervezas y para acabar de pacificar nuestras papilas pedimos como postre un helado de limón con jengibre, que personalmente, disfruté mucho. Todo ello no llegó a los 20€ por persona en una imbatible relación calidad-precio, ya que todos los platos que probamos estuvieron realmente ricos, ya que si bien son sencillos, están muy bien preparados.

 Intentaremos volver cuanto antes para seguir probando platos de su extensa carta, y a ver si nos atrevemos con el siguiente nivel de picante, aunque con lo complicado que es reservar y lo poco previsores que somos en ese sentido, dudo que sea pronto. Muy buen restaurante, absolutamente recomendable y para todos los bolsillos, que no es poca cosa.

Petit Bangkok
c/ Vallirana 29 (aunque ahora tienen otro local en c/Balmes 106)
08006 Barcelona
640 847 254 (imprescindible reservar)
de martes a sábado de 13 a 15:30h y de 20 a 23:30 h

viernes, 7 de septiembre de 2018

La Quesera (2018)


 En una de esas revistas de tendencias que semanalmente se entregan con algunos diarios, vimos una reseña de este local de oferta dual, ya que consiste en una tienda de quesos y al lado han habilitado una zona como restaurante (o cheese bar como le llaman ellos). El restaurante está en la plaza del Camp, en la zona alta de Barcelona, por encima de Mitre y en la calle paralela a Muntaner, justo enfrente de La Royale, una hamburguesería premium asesorada por el afamado y multi-estrellado chef Paco Pérez.
 La cuestión es que como nos gustan bastante los quesos, aunque sin ser para nada expertos y ni siquiera demasiado entendidos, para allí que nos fuimos en una nublada y a ratos "llovizneante" noche de septiembre. Tienen una pequeña terraza en la placita con mesas altas y taburetes, desierta esa desapacible noche.

 La gran mayoría de sus platos tienen los quesos como protagonista, más o menos principal, lo que a nosotros ya nos va bien, pero puede resultar algo monótono si no eres un entusiasta de tal producto.
 Empezamos con unos buñuelos de bacalao con queso, evidentemente más cremosos que los clásicos y muy bien fritos. Sin estar mal, a nivel de sabor no me acabaron de convencer ya que, para mi gusto, más que complementarse se solapaban los dos ingredientes, pero a mi pareja si le gustaron mucho.

 Seguimos con las quesadillas de jamón York y queso Comté, en las que éste último daba un buen empujón al conjunto del plato. Buen entrante.

 Pedimos la ensalada de tomates con burrata, frutos rojos y albahaca, pero nos informaron que se les había terminado la burrata y que nos la podían servir con mozzarella en su lugar. Aceptamos y acertamos plenamente, aunque nos quedamos con las ganas y tenemos pendiente volver a probarla en su versión original, con la burrata.

 Como plato principal nos decantamos por una de sus tablas de quesos, como no podía ser de otra forma. En la carta hay una tabla de la casa, compuesta solo de quesos, con 5 variedades al gusto del cliente a 18€, y luego tienen 4 tablas diferentes (llamadas quesos variados, sabrosos, imprescindibles y de temporada) con 4 variedades de queso cada una acompañadas de charcutería por 15€. Diría que la práctica totalidad de los quesos son franceses y suizos ya que, aunque no estoy demasiado puesto en geografía quesera, los nombres les delataban.
 Nosotros nos dejamos aconsejar por nuestro amable camarero y pedimos una de estas últimas, aunque la verdad es que no recuerdo cuál ni tampoco los quesos que las componían, a pesar que nos los presentaron adecuadamente, ya que no me paré a apuntarlos y mi memoria ya no da para tanto.
 Como se puede apreciar en la foto, además de los quesos había un poco de jamón, paté y unos trozos de rillette, todo muy bueno pero con mención especial para la rillette, que cada día me gusta más, sobre todo si está tan buena como esta. Para acompañar los quesos y servir de contrapunto había una mermelada diría que de fresa, unas láminas de melocotón, unos granos de uva, almendras, pasas y nueces.

 Para beber tomamos una botella de un vino blanco gallego llamado Marqués de Vizhoja bastante subido de precio, ya que en internet ronda los 5€, pero lastimosamente es lo que suele pasar con las gamas más bajas. Al final, y con los cafés, la cuenta se elevó hasta los casi 30€ por persona, pero los damos por bien empleados dado lo bien que cenamos y lo a gusto que nos encontramos en este local, con un personal en todo momento dispuesto a asesorar y a aconsejar a los neófitos. Aunque está fuera de nuestra zona habitual es muy probable que volvamos a probar más quesos y hasta otras cosas.

La Quesera
https://www.laquesera.com.es/cheesebar-es/
Plaça del Camp 7
08022 Barcelona
932 122 795 (mejor reservar ya que el local no es muy grande)
de martes a sábado de 10 a 23 h y domingos de 11 a 16 h

viernes, 29 de junio de 2018

Out of China (2018)


 De tanto en tanto pasamos por la puerta de este restaurante chino de la calle Aribau y nos gustaba la pinta que tenía, pero unas veces por el miedo a lo desconocido y otras porque íbamos a tiro hecho por la zona, nunca habíamos entrado. Tras leer crónicas favorables en la blogosfera, el viernes pasado decidimos entrar, ¡sin reserva!, a probar si nos hacían un sitio para cenar. El local estaba bastante lleno y las mesas vacías parecían reservadas para grupos más o menos grandes, pero rápidamente nos acomodaron en una mesa para dos al lado de la cocina que, en la línea de lo que se lleva ahora, es a la vista gracias a un estrecho ventanal que recorre la pared que la separa del comedor.

 Tras un buen rato, ya que en la carta hay un montón de platos apetecibles, hicimos nuestra comanda, que incluyó una botella de agua y otra de un vino blanco del Penedés llamado Temps de Flors, con una mezcla de xarel·lo, moscatel y gewurztraminer, que nos gustó mucho, y a un precio de lo más competitivo, ya que se ve por internet a unos 7€ y nos cobraron 12€, algo nada habitual en los restaurantes de nuestra ciudad, y menos en los vinos más baratos, donde se suelen aplicar márgenes que se pueden calificar de abusivos.

 Para empezar pedimos las hamburguesitas de gambas con salsa de curry, con un par de ejemplares, entre hamburguesa, albóndiga y croqueta, y con una gustosa salsa. Nada mal el entrante.

 Teníamos claro que íbamos a pedir algún tipo de dim sum, pero ante la variada oferta que tienen, y que en la carta dividen en los apartados de hechos al vapor, a la plancha y fritos, decidimos probar un poco de todo con el surtido de 6 piezas, con 2 de cada tipo. La verdad es que nos gustaron todos, cada uno a su manera, pero supieron a poco porque para poderlos probar todos los dos, los partimos por la mitad, con el grave perjuicio para su integridad estructural.

 Seguimos con los fideos de arroz tres delicias, que estuvieron bastante bien, y que cumplieron su cometido más que sobradamente. No sorprendieron pero tampoco se esperaba que lo hiciesen.

 Lo que si nos sorprendió muy positivamente fue el wok de gambas y calabacín al curry suave, con unas gambas de buen tamaño, bien secundadas por tiras de calabacín y bañadas en una versión de salsa de curry más líquida pero igual de rica que la de las hamburguesitas del inicio.

 El último plato que pedimos fue el pollo Kongbao ligeramente picante, con los pequeños trozos de pollo salteados con las clásicas verduras (pimientos y cebolla) y bañados por una sabrosa y dulzona salsa. Nos gustó mucho.

 Como único postre a compartir pedimos este helado de avellana con costra de chocolate que también estuvo a muy buen nivel.

 Todo lo anterior más un pan chino frito para rebañar las salsas y un par de cafés con hielo para acabar, nos costaron unos 32€ por persona, que la verdad es que no nos pareció caro por lo bien que estuvimos atendidos y lo estupendamente que cenamos, aunque sí que es bastante más de lo que suele ser el coste medio en un restaurante chino. También es verdad es que éste no es un restaurante chino normal, de los llamados de barrio, sino que juega en una liga superior, tanto en ubicación como sobre todo en decoración, ya que a primera vista podría pasar por un restaurante moderno de autor, y solo la comida, parte de la vajilla y sobre todo el amable y servicial equipo humano, evidencian su origen.

Out of China
http://www.outofchinabarcelona.com/
Aribau, 112
08036 Barcelona
934 515 555 (mejor reservar)
de 13 a 16 h y de 20 a 24 excepto domingos noche y mediodías de lunes y martes

sábado, 2 de junio de 2018

Topik (2018)



 Teníamos de nuevo algo que celebrar y buscando un restaurante donde hacerlo, nos dimos cuenta que ya hacía más de dos años que no veníamos al Topik, con lo que, tras la pertinente reserva, allí que fuimos para remediar tamaño descuido. La verdad es que no encontramos demasiados cambios, lo cual agradecimos, ya que nos gusta el sitio tal como es, y si continúa en la misma línea, debe ser que es algo extensivo a buena parte de la población, o al menos a su público habitual.
 Tras revisar la carta, nos decantamos por el competitivo menú degustación que ofrecen a 35€, y que incluye 4 tapas, un plato de arroz, uno de pescado, otro de carne y dos postres, ya que no habíamos probado la gran mayoría de propuestas, a la vez que nos resultaron de lo más apetitoso. Existe la posibilidad de "mejorar" el arroz de erizos y ortiguillas de mar por uno de espardeñas por 6€, pero era uno de los pocos platos que conocíamos y lo recordábamos estupendo, por lo que no lo vimos necesario. La otra opción que existe y que no dudamos en aceptar era cambiar el primer postre por un plato de quesos por un suplemento de 4€. Dado que mi pareja no es muy amante de la carne roja, preguntamos la posibilidad de cambiar el plato de carne por uno de pescado que amablemente, y tras la pertinente consulta al chef, nos permitieron realizar.

 Para acompañar la teca pedimos agua y un par de copas de vino blanco, una de un verdejo llamado Menade, y que recordábamos más suave y mucho más fácil de beber, y otra de un Costers del Segre llamado Sisquella, que me pareció un poco demasiado alcohólico. Más tarde tomamos otra copa de un xarel·lo de Torelló llamado Crisalys y que nos gustó mucho más que los anteriores.

 Udón de espárragos blancos estilo tailandés: unas finas y tersas tiras de espárrago con un adictivo caldo en los que predominaba la lima y el cilantro. Muy rico.

 Terrina de cerdo y butifarra del Perol con encurtidos: una fina oblea de composición desconocida con una especie de paté y unos adecuados contrastes envinagrados. Seguimos con los sabores ácidos de los que afortunadamente somos entusiastas.

 Dim sum de gamba y caldo emulsionado con la mantequilla de las cabezas y las patas crujientes: no sé si me gustó más la gyoza rellena de gamba, las patas crujientes o el sabroso caldo del fondo, todo estupendo.

 Tartare de ventresca de atún rojo con ajo blanco y umeboshi de fresas: tremendo el tartar de atún y muy acertada la combinación con el delicado ajo blanco.

 Arroz cremoso de ortiguillas de mar y erizos: tan estupendo como lo recordábamos o incluso más, y una ración de lo más generoso aunque no lo parezca, ya que el plato era bastante hondo.

 Calamarcets shiro-dashi y sésamo: unos pequeños calamarcitos rebozados en una tempura ligera, con un cordón de salsa de sésamo y un caldo en el fondo a base de dashi, salsa de soja clara y mirin, algo similar al condimento en el que se pueden mojar las gyozas japonesas, pero mucho más claro al usar salsa de soja clara en lugar de la más habitual oscura. Me gustó mucho.

 A pesar que habíamos pedido que nos cambiaran el mollete de roast-beef por un plato de pescado, hubo una confusión y nos lo trajeron igualmente. Advertimos a nuestro camarero del error y amablemente nos lo cambiaron, pero como ya estaba allí me dejaron mi porción para que la pudiese probar. Era como una mini-burguer con un panecillo muy esponjoso y una carne muy sabrosa.

 La alternativa no cárnica fue este estupendo tataki de atún con algas y pepinillo, que hizo nuestras delicias, ya que es uno de nuestros platos preferidos. De hecho tengo claro que salimos ganando con el cambio, ¡muchas gracias!

 La tabla de quesos con la que sustituimos el primer postre eran 3 quesos que nos anunciaron que eran de vaca y catalanes, sin mucha más información. El de la izquierda era un potente queso azul, el segundo una especie de Camembert de profundo sabor y el tercero era el más suave de los tres. Les acompañaba una suave mermelada de piña. Nos gustaron mucho pero con lo que nos gustan los quesos tampoco era muy difícil de imaginar.

 Crema de almendras, fresas del bosque y amaretto: muy rico postre al que enriquecían unas hojitas de albahaca, que refrescaban acertadamente  la crema de almendras.

 La cuenta subió a poco más de 47€ por cabeza, sumando los menús más el suplemento de la tabla de quesos, las 3 copas de vino, una botella de agua (¡aunque nos bebimos dos!) y los cafés. Un precio de lo más competitivo para un menú de esta calidad, en uno de nuestros restaurantes favoritos y que esperemos no volver a tardar dos años en volver a disfrutar.

Topik
http://www.topikrestaurant.es/
València, 199
08011 Barcelona
934 51 09 23 (mejor reservar)
Domingos y lunes noche cerrado